4.3.13

Por culpa de mis libros (1)

Después de pasar los últimos 40 minutos viendo el último capítulo de la serie La Bella y la Bestia (una telenovela que no me atrevo a recomendarle a nadie), finalmente me di cuenta del porque mi mentalidad cerrada y, a veces, enferma con respecto al amor.
24 años de vida y ni siquiera puedo recordar haberme enamorado una vez; una sola vez.
¿Que tan perturbador resulta darte cuenta de que todas tus ideas sobre el hombre ideal y la relación perfecta están basadas, un 90%, en historias que ni siquiera bordean la realidad?
Por que ni siquiera nuestra famosa autora Jane Austen se las arreglaba, en aquel entonces en donde no se hablaba mucho sobre vampiros o cazadores de sombras, para escoger un protagonista masculino que tuviera al menos cinco características que representaran al estándar.
Rico, famoso, seductor, físicamente perfecto, encantador, misterioso, caballero, inteligente, reservado, atento, romántico, detallista, único e irrepetible... a veces hasta inmortal.
¡Por el amor de Dios vivimos en el siglo XXI y aún ni siquiera las autoras de esta década se las arreglan para  escoger un hombre relativamente normal!
Después de leer 50 sombras de Gray (un libro que, si se me permite decir, es estrategicamente perturbador)  caí en la cuenta de que ni siquiera una autora que se dedica a las novelas eróticas, no fantásticas, eróticas  tiene la decencia de describir un protagonista de carne y hueso. ¿Rico y  físicamente perfecto?, puede ser, ¿perturbado pero irresistiblemente romántico?, no lo creo, ¿enamorado de una pobre tonta que ni siquiera puede arreglarse bien el pelo y es tan virginal que hasta se sonroja al decir buen día?, ni siquiera inventes...
¡Si seremos estúpidas!
Bueno, no lo tomen a mal, pero al menos yo me sentí flor de estúpida cuando me di cuenta de que, desesperadamente, quería encontrar al menos cinco características que me identificaran con la protagonista para al menos soñar que en algún momento de mi vida pudiera encontrar un hombre así que, obviamente, terminara por enamorarse perdidamente de mí (por no decir que el mismo señor Gray hubiese sido mejor).
Es duro y no tenemos escapatoria, pero al menos en mi caso ya es momento de que acepte que todos los problemas que alguna vez e tenido para fijarme en alguien o al menos aceptar la idea de poder enamorarme, es culpa pura y exclusivamente de cada libro en el que me eh sumergido.