20.1.17

C35

Salía de mi clase de química cuando lo vi.
Samuel estaba apoyado en la pared que estaba frente al aula, tecleaba su teléfono, inmerso en la conversación que estaba teniendo con quien quiera que fuese la persona del otro lado del aparato. Tuve unos cuantos segundos para apreciar lo hermoso que era antes de que finalmente levantara la vista y me notara.
-          ¿Almorzamos?
-          Hola a vos también – suspiré - ¿Cómo era eso de que ibas a darme espacio?, porque en este momento no se siente como si hubiese mucho espacio entre nosotros.
-          ¡Vamos! Tenes que darme algo de crédito, una semana es suficiente tiempo para pasar alejados, ¿no te parece?
Suspiré y aunque no quería tener que admitirlo estaba en lo cierto. Realmente extrañaba pasar tiempo con él, verlo diariamente, y como tampoco podía dejar de recordar sus besos cada vez que me iba a dormir y se convertía en el protagonista de todos mis sueños mantener distancia se estaba haciendo difícil.
-          Está bien, almorcemos.
-          ¿Enserio?
-          Si – sonreí – enserio.
La sonrisa de Sam fue más grande que la mía, estaba realmente contento y sorprendido de que hubiese aceptado, así que solo me relaje y seguí sus pasos hasta salir del edificio para buscar su auto. En el camino hizo algo que me tomó desprevenida. Me tomo de la mano y eso hizo que varias personas nos miraran. A Samuel todo el mundo lo reconocía, y aunque yo pasaba mucho tiempo con él seguramente se estaban preguntando sobre el asunto de las manos unidas. Quise soltarme, estuve a punto de hacerlo, pero él me sostenía con fuerza y en el fondo tampoco quería hacerlo así que solo trate de ignorar las miradas.
-          ¿A dónde queres ir a almorzar?
-          A donde elijas va a estar bien.
-          ¿Segura?
-          Siempre.
Sonreí y él me devolvió la sonrisa. Subimos a su auto y no arrancó hasta que tuve el cinturón de seguridad puesto.
-          Sos un obsesivo del control. – observé cuando ya estábamos tomando la primer calle.
-          Solo cuando algo me importa realmente. – me miró un segundo antes de volver sus ojos a la ruta.
-          ¿Sabes a donde vamos a ir?
-          Si, ya lo sé y creo que te va a gustar.
-          No lo dudo, siempre elegís los mejores lugares. ¿Te interesa la cocina?
Era una pregunta rara, pero la verdad era que Sam conocía las mejores panaderías, patiserries, restoranes y casas de comida en la ciudad y, según Ema, de cada lugar al que había viajado por eso había preguntado.
-          Si, la verdad es que me interesa mucho la cocina. No se lo digas a nadie, pero soy muy buen cocinero también.
-          ¿Enserio? – no quise sonar tan sorprendida, pero solo imaginarme a Samuel cocinando me parecía extraño.
-          Si, enserio – sonrió – voy a cocinarte para nuestra segunda cita para que puedas comprobarlo.
-          ¿Segunda cita?
-          Claro, esta es la primera.
Abrí los ojos sorprendida y el aprovechó el semáforo en rojo para girar un poco y poder mirarme. Sus ojos grises siempre me cautivaban y la intensidad con la que me observaba en este momento no solo me ponía nerviosa, sino que me provocaba ansias.
-          Te dije que no me iba a alejar mucho tiempo. Una semana fue suficiente, ahora nos vamos a tomar esto enserio – suspiró – no quiero asustarte, pero en verdad me gustas y quiero que esto funcione Oriel. Podemos al menos intentarlo, ¿no te parece?
Tenía dos opciones, ir por lo seguro, como hacía siempre, y alejarme antes de que alguien saliera lastimado (ese alguien era, muy potencialmente, yo), o arriesgarme por primera vez y ver que podía salir de esto porque, tenía que darle un poco de crédito, una relación con un chico como Sam podía ser realmente genial. Y me gustaba, aparte estaba eso, estaba segura de que me gustaba.
-          Sí, creo que deberíamos intentarlo. – me arriesgué.
La sonrisa en los labios de Sam y el brillo en sus ojos me hizo sentir cálida por dentro, pero eso no fue nada comparado a lo que me hizo sentir cuando, de repente, se inclino sobre su asiento y me besó.
-          No te vas a arrepentir de esto – dijo sobre mis labios – juro que va a ser perfecto – y volvió a besarme.




15.1.17

Historia2 C3

La semana transcurrió sin incidentes, o al menos esa fue la frase que eligió Guille para darle el parte a Luca cuando nos despertó esta mañana.
Todavía sentía que los párpados me pesaban por haberme despertado a las siete gracias a su llamado, pero me consolaba saber que llegaría esta tarde y, gracias a eso, mi mejor amigo me dejaría en paz.
Como yo ya sabía, Guille se había quedado cada noche de la semana en mi habitación y seguía acompañándome a clase aunque no fuera una materia que cursáramos juntos, por eso ya no veía la hora de que se alejara. Su comportamiento no era sano y no me ayudaba a controlar la ansiedad.
-          ¿En que estas pensando? – los ojos negros de mi mejor amigo me observaron suspicaces – Estas sonriendo, ¿Por qué sonreís?
-          Porque es viernes.
-          Mentira. Sonreís porque ya no voy a dormir en tu cuarto y no te voy a acompañar a clases.
-          Yo no…
-          Ni lo intentes, puedo leer tu mente.
Suspiré cansada y apoye la espalda en el árbol que nos había estado protegiendo del sol la última hora.
-          Eso es completamente absurdo pero vos, en general, sos absurdo, así que pensa lo que quieras.
-          Pienso lo que es y, para tu mala suerte, eso que estas imaginando no va a pasar. Vas a vivir con nosotros hasta que te asignen una compañera de cuarto. No podes quedarte sola.
-          No. – me enderecé y lo mire seria - Prometiste que me dejarías sola y eso fue hace una semana.
-          Sabes que mis promesas no valen nada, no te hagas la sorprendida.
-          Lo sé, por eso aguante hasta hoy, pero a partir de ahora esto de seguirme se termina.
No me había dado cuenta antes, pero de la fuerza con la que sostenía el cuaderno terminé arrugando las primeras hojas. Mire tan mal a Guillermo como pude y estaba tratando de arreglar el desastre cuando una voz nos sobresaltó a ambos.
-          ¿Todo está bien?, ¿hay algún problema?
Una voz profunda nos sobresaltó a ambos y cuando levanté la vista me sorprendí al ver esos ojos celestes de nuevo. Él tenía sus ojos fijos en mi y necesitaba descubrir exactamente de qué color eran, por eso sentí como si me hubieran despertado de un sueño cuando Guillermo contestó su pregunta.
-          Sí, todo está bien.
-          ¿Segura?, estaban discutiendo. – el chico me hablo directamente a mí, ignorando a mi mejor amigo.
-          Sí, estamos bien. – contesté.
-          Discutir, en general, no es la gran cosa – Guillermo intervino enojado - y disculpa mi pregunta si te resulta grosera pero ¿Quién sos?, ¿te conocemos?
-          Vos no. – el chico lo miro un segundo y luego volvió a mirarme - Pero ella si me conoce.
-          A decir verdad no te conozco. – le dije mientras comenzaba a juntar mis cosas – Solo te vi una vez.
-          Buen punto – sonrió – y esa vez no llegue a presentarme, no me diste tiempo. Soy Simón, un gusto.
El chico extendió su mano y continuó sonriendo. Tenía una sonrisa demasiado perfecta y algo en sus ojos brillaba mientras me miraba expectante. Me ponía nerviosa.
-          Un gusto conocerte Simón. – sonreí, parecía un chico amable, pero no por eso tomaría su mano. – Ahora si nos disculpas nos estábamos yendo.
Esbocé algo así como otra sonrisa y comencé a caminar hacia cualquier lado, solo quería alejarme de ese chico. Guillermo estuvo a mi lado enseguida.
-          ¿Por qué corres?
-          No estoy corriendo. – me di cuenta de que caminaba muy rápido para parecer normal así que desacelere el paso – Solo estoy yendo a mi cuarto para dejar las cosas e ir a buscar a Luca, se estaba haciendo tarde y no nos dimos cuenta.
-          ¿Por qué seguís mintiendo? – Guillermo abrió la puerta para mí y ambos entramos al edificio – te estás escapando de ese chico que, por cierto, era un completo bombón.
-          ¿Bombón? – contuve la risa – ¿de dónde sacaste esa palabra?
-          No sé, solo me salió. ¿Ese es el chico que te ayudo con Ignacio el lunes? – asentí – podrías haberme avisado que era tan lindo.
-          No me había dado cuenta. – realmente hasta hoy no lo había hecho, había estado muy apurada por alejarme de él como para notarlo. Solo sus ojos me habían llamado la atención.
-          Bueno, pero ahora te diste cuenta, ¿no?, y ni hablar de que evidentemente pensó que tenías un problema porque estabas discutiendo conmigo. Se podría decir que con esa apariencia y esa conducta preocupada es todo un príncipe.
-          Estas exagerando. Los príncipes, como vos los imaginas, no existen, y además me parece muy machista de su parte pensar que tiene que intervenir en nuestra discusión porque me ve gritándole a mi mejor amigo.
Abrí mi cuarto y dejé las cosas sobre el escritorio que estaba junto a la cama.
-          El no sabe que yo soy tu mejor amigo.
-          No importa, no tiene porque ir asumiendo nada. La gente se grita todo el tiempo, solo ve que tengo un incidente una vez y a partir de eso se toma el atrevimiento de pensar que no puedo manejarme sola.
No me había dado cuenta, pero lo que había hecho ese chico me había molestado.
-          Entiendo que te pongas así, te conozco y sé porque, pero tal vez solo deberíamos alegrarnos de que alguien mostrara algo de decencia y se acercara para comprobar que nada malo estaba pasando. Eso, personalmente, me deja más tranquilo.
Genial, Guillermo no podía confiar en mi propio criterio para manejar un problema pero si se alegraba cuando un completo extraño se acercaba para controlarme. Vaya amigo que tenía…
-          Vamos – dijo de golpe mirando su celular y cortando la replica que tenía preparada para darle - Luca me acaba de mandar un mensaje porque se adelantó y está afuera de mi edificio.
Más relajada porque finalmente Luca estaba en la ciudad sonreí y tome la mano que Guille me extendía.

14.1.17

C34

-          Te digo que le dio un golpe, uno como el que recibiríamos nosotros si estuviésemos peleando.
Samuel me miró sorprendido.
Hacía una hora que había llegado de cenar con Ema y todavía no podía lograr que me prestara atención; esta era la primera vez que tenía una reacción acorde con el tema que estaba intentando discutir con él.
-          Honestamente no me sorprende – Sam comenzó a sacarse los zapatos mientras se recostaba en el sillón – Ignacio siempre me pareció violento y con un temperamento volátil. Todavía me acuerdo cuando le rompió el tabique a Eliseo en una de las prácticas y ni siquiera estábamos compitiendo.
-          Lo sé, a mí tampoco me gustó nunca, por eso fui a hablar con el entrenador e hice que quedara fuera del equipo. Ese chico no va a salir impune de esto, no mientras yo estudie en la misma Universidad.
-          ¿Le hizo algo a Oriel o a Ema de lo cual no estoy enterado?
-          No – mire a Sam confundido. De haberlo hecho se lo hubiese dicho inmediatamente – solo atacó a esa chica.
-          Y eso es muy serio, pero igual me parece que estás teniendo una reacción muy intensa para ser que no la conoces y ni siquiera sabes porque estaban discutiendo.
-          No necesito saber sobre que estaban discutiendo para entender que lo que hizo Ignacio traspasa todos los límites. ¿O acaso no me escuchaste?, él la golpeo, la agredió físicamente.
-          Lo sé, lo sé… - mi mejor amigo cerró los ojos y se llevó las manos al pelo. Solía despeinarse cuando estaba estresado – no me estoy tomando esto enserio, perdóname Simón pero Oriel me tiene confundido y ni hablar de que pasar una hora con mi hermana hablando sin parar me deja exhausto.
-          Te entiendo – sonreí – Ema puede ser muy estresante, pero igual me sorprende que no te haya mencionado lo de hoy.
-          Probablemente tenía miedo de que enloqueciera ahí mismo.
-          Puede ser... y con Oriel, ¿Qué vas a hacer con ella?
-          Por primera vez en mi vida no tengo la menor idea. Hoy le lleve la cena pero para cuando llegamos ya estaba dormida, ni siquiera espero hasta que volviéramos.
-          Para ser justos ella no te había pedido nada…
-          Es cierto, pero igual me molesta. – Sam suspiró y se levantó del sillón – En realidad lo que realmente me molesta es que no ceda, que no me permita entrar.
-          Todos sabemos que eso es lo que realmente te molesta pero por esta vez me parece lo mejor. Si de verdad te gusta esta chica vas a tener que trabajar para conseguir progresos y eso es lo que va a hacerlo interesante.
Sam suspiró y sin decir nada tomo el par de zapatos que habían quedado en el piso y subió a su habitación.
En cierto punto lo comparecía, tomarse tanto esfuerzo para conquistar a alguien era algo que no sabíamos hacer muy bien, pero estaba seguro de que encontraría la manera de llegar a Oriel; con Samuel siempre era así.
Estaba por subir a darme una ducha cuando recibí el mensaje de texto que había estado esperando.


Con atraso, pero este capítulo va dedicados a vos Maria Luz Lfitte, fiel lectora. Besos y muchos éxitos para este nuevo año que ya esta comenzando... 

2.1.17

C33

Debería de haber supuesto que la promesa de Samuel de mantenerse lejos no duraría mucho.
Para darle un poco de crédito no estaba en mi habitación porque me buscaba, pero igual lo encontré en mi cama, revisando mis cosas, cuando volví hace unos minutos de la biblioteca.
-          Hola – dije y sentí como, inmediatamente, mis mejillas se calentaron de la vergüenza.
-          Hola – él sonrió como nunca antes lo había visto sonreír y cerró el libro de anotaciones que había estado usando ayer en la noche.
Podría haberle dicho alfo por haberse atrevido a abrir uno de mis cuadernos, pero en lugar de eso estuvimos mirándonos a los ojos lo que me pareció una eternidad, o al menos habrá sido un buen minuto porque ambos nos sobresaltamos cuando la puerta del baño se abrió y por ella salió Ema.
-          ¡Oriel!, ¡llegaste!, ya me estaba preocupando.
-          No es tan tarde..
-          Para volver sola de la biblioteca lo es.
Ignore el comentario de Samuel y me acerque a mi escritorio para dejar los libros que traía.
-          Entonces – dijo Ema - ¿vamos a salir o no?
-          Si, vamos a salir, solo tenes que decidir dónde y nos vamos cuando estés lista.
-          ¡Perfecto! – Ema me miró - ¿venís?
-          No – sonreí – pero gracias por la invitación.
Por el rabillo del ojo pude ver que Samuel estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo y eso le hizo ganar un par de puntos. Que se esforzara por no presionar ya era algo.
-          Qué lástima – dijo Ema – me hubiese encantado que nos acompañaras.
-          Lo sé, y de verdad te agradezco la invitación Ema, pero tengo mucho que leer para esta semana y estoy cansada.
-          ¿Muy cansada?
Miré a Samuel.
-          Lo suficiente.
-          ¿Pero ya comiste algo?
-          Si, ya comí. – puse los ojos en blanco y me quede donde estaba, apoyada contra el escritorio.
No pensaba acercarme a mi cama hasta que él saliera de ella.
-          Estas mintiendo – Samuel volvió a sonreír – pero no te preocupes, te vamos a traer algo para que cenes cuando volvamos. – miro a su hermana - ¿lista Ema?
-          Lista.
Ema contenía la risa y eso me hizo sentir aún más avergonzada. Mis mejillas se volvieron a poner de color rojo y cuando Samuel se acercó para saludarme y besó mi mejilla tuve que contener la respiración. Su perfume era tan rico… 

Seguimos escribiendo...