Estaba yendo a clase de música, la cual odiaba
completamente pero formaba parte del programa, cuando los vi. Simón caminaba en
mi dirección pero no venía solo, una chica alta, rubia y delgada como una
modelo de Victoria’s Secret iba colgada de su brazo. Ella le estaba susurrando
algo al oído y él sonreía mientras la escuchaba.
Tengo que admitirlo, la imagen me sorprendió, pero me
recupere rápido porque al ver a un chico como Simón junto a una chica como esa las
cosas cobraron una nueva perspectiva. Ahora entendía porque el escándalo de
Guillermo cuando no mencione nada sobre su aspecto.
Simón tenía una belleza cautivadora. Su pelo rubio,
siempre impecablemente peinado, hoy estaba enredado y sus ojos turquesas como
el océano brillaban más de lo habitual.
Pómulos elegantes, boca carnosa y una postura de
seguridad que solo resaltaba aun más su cuerpo perfecto. Era como los dioses
romanos que veía constantemente ilustrados en mis libros de historia.
Ridículamente perfecto…
Eso y ni siquiera estaba teniendo en cuenta que siempre
vestía como si estuviese listo para una cita; y no una cita informal del tipo
ir al cine o a tomar algo, sino una cita verdadera, de esas en las que el chico
usa camisa, saco y pantalones como si fueran hechos a medida.
Estaba por dar media vuelta y evitarlos cuando los ojos
de Simón se posaron en mí. Chau salida fácil.
Lo salude cuando estuve lo suficientemente cerca…
-
Hola Simón, ¿Cómo estás? – le sonreí y para no
quedar mal educada también le dedique una sonrisa a su compañera.
-
Hola Merlina – Simón sonrió, pero por primera
vez la sonrisa no llego a sus ojos. Raro – todo en orden, ¿vos como estas?
-
Genial – y una mierda, pero él no tenía porque
saberlo – iba justo a clases así que solo quería saludar y sigo mi camino. Que
tengan un buen día chicos – y volví a sonreír solo como la mejor actriz podría
hacerlo.
Camine lentamente y erguida, aunque lo único que quería
era salir corriendo y perder de vista a la adorable pareja.
Simón no había intentado comunicarse conmigo después de
su mensaje del domingo y ya hacía casi una semana de eso. Por supuesto que su
alejamiento me sorprendió porque cuando desayunamos juntos había parecido muy
decidido a que intentáramos ser amigos, aunque ahora ya podía dar por hecho que
solo había estado aburrido y yo le había servido como un pequeño
entretenimiento.
Lo que me molestaba era que por su culpa era yo quien no
había podido seguir con mi ordinaria rutina. Ignacio solo había tardado dos
días en aparecer y hacer una escena después de que Simón lo confrontara en el
bar. Tenía una marca en la espalda para recordar el momento. Después de eso
solo había intentado meterse en mi habitación pero yo ni siquiera había estado
ahí gracias a Guillermo que volvía a ser sobreprotector y como Luca se había
ido me obligó a quedarme en su casa con él.
Lo que me inquietaba era que había hecho todo lo que Ignacio
me había pedido, hable bien de él con cuanta persona se me acerco apenas los
rumores sobre él y Diana empezaron a circular por la Universidad y hasta
intenté mejorar su reputación para que volvieran a admitirlo en el equipo de la
Universidad, pero el intento había sido en vano y por eso su ensañamiento iba
en aumento.
Culpaba a Simón por eso pero tenía la esperanza de que si
seguía alerta y evitándolo finalmente se cansaría. Había pensado en hablar con
Guillermo y hacer la denuncia, pero cuando descubrí que Ignacio era hijo de un
importante juez que encima era amigo del decano desistí de la idea. Ahora
entendía porque Diana había desaparecido de un día para otro; pero esa no era
una opción para mí, no me acobardaría. Había trabajado muy duro para obtener
una beca en artes en esta Universidad y no tiraría todo eso a la borda por un
loco que se me cruzaba por el camino. Ni siquiera era el primero.
Detuve el torrente de pensamientos cuando llegue al aula.
Encima era enserio, realmente odiaba esta clase.
Un fragmento invisible de silgo después la historia continuaba...