Esto
era un completo y enfermo desastre.
-
¡Estas
con ella! De todas las malditas chicas que podías encontrar vas y te metes con
ella, ¡con ella! ¿Qué clase de hermano haría eso? ¡te detesto, te juro que en
este momento te detesto!
Lo
hacía, en este momento mi hermana me odiaba y tenía razones para hacerlo.
Sentí
la parte superior de Ella pegada a mi espalda y maldije mentalmente. La chica
ni siquiera se alejaba en este momento.
¿En
que había estado pensando?, bueno, sabía en qué, pero por una vez me tendría
que haber controlado.
-
No
te alteres Ema, no te hace bien. Relájate, esto tiene una explicación, no
significa nada, simplemente…
-
¡Claro
que significa algo! ¡Estamos juntos!
Voltee
para ver a Ella y lanzarle una mirada helada. La chica retrocedió, pero no por
eso se retracto de sus palabras.
-
Nosotros
no estamos juntos.
Enfaticé
el no y volví a mirar a mi hermana. Me sorprendí porque de repente ya no estaba
sola. Su nueva amiga estaba junto a ella y le sostenía la mano con fuerza. Era
evidente que le había estado susurrando algo pero apenas me vio girar se puso
rígida y evito mis ojos. No tenía idea de que cruzaba por su mente y
francamente no me importaba, me alegraba de que alguien estuviese al lado de
Ema en este momento. La chica ganaba puntos por esto.
-
Hablemos
Ema, no dramatices, sabes que te amo y sos lo más importante para mí. Esto –
señalé a Ella, que estaba seguro seguía detrás de mí – no es nada, solo soy yo
siendo yo y en verdad lo lamento, por favor perdóname.
-
Quiero,
pero no puedo. Sabes lo que hizo – miro a su ex amiga y volvió sus ojos claros
a mí – ni siquiera puedo creer que te animaras a tocarle un solo pelo sabiendo
lo perra que es. Eso no habla bien de vos Samuel, simplemente no habla nada
bien.
Sus
palabras me dolieron porque tenía razón. Era un completo imbécil y me lo
merecía.
-
Vamos
Oriel, quiero irme. – mi hermana miro a la chica que seguía sosteniendo su mano
y se reclino sobre ella.
-
Sí,
claro. Vamos.
Oriel,
ese era su nombre, no lo había escuchado o si lo había hecho lo había olvidado
completamente. Ya no lo haría. La chica tomo a mi hermana en un abrazo y estaba
a punto de sacarla de mi vista cuando Simón apareció ante ellas. Mi amigo me
dio un vistazo y luego volvió su mirada a Oriel.
-
¿Queres
que las lleve?, tengo las llaves en el bolsillo y no me cuesta nada alcanzarlas
a los dormitorios.
-
No,
está bien, nosotras podemos.
Oriel
sonrió a Simón y abrazando a mi hermana se la llevo de la sala. Quería
seguirlas pero no me animé y una mirada a Simón bastó para que se diera cuenta
de que tenía que hacerlo por mí. Una vez que me quede solo voltee a ver a Ella.
No sabía porque seguía acá, pero parecía no pretender moverse y eso me enojo
más de lo que ya estaba.
-
¿Qué
estas esperando para irte?
-
Ni
se te ocurra hablarme en ese tono, no soy estúpida, puedo parecerlo pero no. Me dijiste que más tarde me ibas a compensar por el baile. Ya es más
tarde.
Los
ojos helados de Ella me dijeron que no estaba jugando.
Fue
como recibir un golpe. Ya no era nada atractiva y realmente quería que
desapareciera de mi vista. De mi casa. De mi vida.
Y
pensar que la había considerado atractiva. ¿Cómo podía cambiar tan rápido eso?,
porque una cosa era cierta y es que la chica era hermosa pero en este momento
me daba asco. Puro rechazo.
-
Andate,
hablo enserio.
-
Te
dije que no me voy a ningún lado.
Me
acerque a ella y sé que estuvo a punto de retroceder por la sorpresa pero no lo
hizo. Era valiente, le concedía eso.
-
No
me hagas echarte, no te lo hagas a vos misma. El tiempo de diversión se
terminó. Conseguiste lo que querías y deberías sentirte satisfecha por eso. Soy
un asco que toca cualquier cosa y eso te ayudo, lo admito, pero ya se terminó.
Sus
ojos destellaron de ira y sin decir una palabra dio media vuelta y se fue
haciendo un drama. La gente nos miraba, pero a mí no podía importarme menos.
Estaba
por salir a buscar a Simón cuando lo vi caminando hacía mi.
-
¿Cómo
esta mi hermana?
-
Bien,
mucho mejor dado que estaba con Oriel, la chica sabe como consolar a alguien –
sonrió – se fueron juntas y estaba lo suficientemente tranquila como para
manejar.
-
Bueno,
eso es algo. ¿Crees que si la llamo me atenderá?
Mi
amigo me miro como si estuviera demente y lo entendí. Me costaría algo grande
que Ema volviera a hablarme. Mi hermana era caprichosa y me quería de una forma
intensa y celosa; eso sumado al hecho de que yo la trataba como a una princesa
y era de esperar que me odiara por haberme acostado con la chica que había
pretendido ser su amiga solo para llegar a su hermano y los contactos de su
familia. Me retracto, iba a tener que hacer un milagro para zafarme de esta.
-
Me
gusta.
Estaba
tan sumergido en mis pensamientos que no entendí a Simón.
-
¿Mi
hermana?
-
No
seas ridículo – suspiró – Oriel, su nueva amiga.
La
palabra gustar era muy lavada y para nada el estilo de Simón.
-
¿Queres
decir que esta buena?, ¿Que queres..
-
No
– Simón me cortó – quiero decir que me gusta. Si, es linda, pero también es más
que eso. Me hizo reír y estuve mucho tiempo con ella sin siquiera darme cuenta.
Tiene… algo.
Analice
sus palabras y me di cuenta de que eso era cierto. Los había visto bailar
cuando mi hermana había estado bailando conmigo y había sido evidente que la
chica era divertida y que a Simón le gustaba.
-
Estas
siendo cursi, pero está bien, te perdono solo porque sé que estuviste tomando y
si estuvieras en tu sano juicio no estarías hablando de esta forma. Ahora vamos,
quiero olvidar lo que acaba de pasar y nada más que el alcohol me va a ayudar
con eso.
Simón
iba a decir algo pero se detuvo. Asintió y me siguió a la cocina.
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