Debería
de haber supuesto que la promesa de Samuel de mantenerse lejos no duraría
mucho.
Para
darle un poco de crédito no estaba en mi habitación porque me buscaba, pero
igual lo encontré en mi cama, revisando mis cosas, cuando volví hace unos
minutos de la biblioteca.
-
Hola
– dije y sentí como, inmediatamente, mis mejillas se calentaron de la
vergüenza.
-
Hola
– él sonrió como nunca antes lo había visto sonreír y cerró el libro de
anotaciones que había estado usando ayer en la noche.
Podría
haberle dicho alfo por haberse atrevido a abrir uno de mis cuadernos, pero en
lugar de eso estuvimos mirándonos a los ojos lo que me pareció una eternidad, o
al menos habrá sido un buen minuto porque ambos nos sobresaltamos cuando la
puerta del baño se abrió y por ella salió Ema.
-
¡Oriel!,
¡llegaste!, ya me estaba preocupando.
-
No
es tan tarde..
-
Para
volver sola de la biblioteca lo es.
Ignore
el comentario de Samuel y me acerque a mi escritorio para dejar los libros que
traía.
-
Entonces
– dijo Ema - ¿vamos a salir o no?
-
Si,
vamos a salir, solo tenes que decidir dónde y nos vamos cuando estés lista.
-
¡Perfecto!
– Ema me miró - ¿venís?
-
No
– sonreí – pero gracias por la invitación.
Por
el rabillo del ojo pude ver que Samuel estuvo a punto de decir algo, pero se
contuvo y eso le hizo ganar un par de puntos. Que se esforzara por no presionar
ya era algo.
-
Qué
lástima – dijo Ema – me hubiese encantado que nos acompañaras.
-
Lo
sé, y de verdad te agradezco la invitación Ema, pero tengo mucho que leer para
esta semana y estoy cansada.
-
¿Muy
cansada?
Miré
a Samuel.
-
Lo
suficiente.
-
¿Pero
ya comiste algo?
-
Si,
ya comí. – puse los ojos en blanco y me quede donde estaba, apoyada contra el
escritorio.
No
pensaba acercarme a mi cama hasta que él saliera de ella.
-
Estas
mintiendo – Samuel volvió a sonreír – pero no te preocupes, te vamos a traer
algo para que cenes cuando volvamos. – miro a su hermana - ¿lista Ema?
-
Lista.
Ema
contenía la risa y eso me hizo sentir aún más avergonzada. Mis mejillas se
volvieron a poner de color rojo y cuando Samuel se acercó para saludarme y besó
mi mejilla tuve que contener la respiración. Su perfume era tan rico…
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