La semana transcurrió sin incidentes, o al menos esa fue
la frase que eligió Guille para darle el parte a Luca cuando nos despertó esta mañana.
Todavía sentía que los párpados me pesaban por haberme
despertado a las siete gracias a su llamado, pero me consolaba saber que
llegaría esta tarde y, gracias a eso, mi mejor amigo me dejaría en paz.
Como yo ya sabía, Guille se había quedado cada noche de
la semana en mi habitación y seguía acompañándome a clase aunque no fuera una
materia que cursáramos juntos, por eso ya no veía la hora de que se alejara. Su
comportamiento no era sano y no me ayudaba a controlar la ansiedad.
-
¿En que estas pensando? – los ojos negros de mi
mejor amigo me observaron suspicaces – Estas sonriendo, ¿Por qué sonreís?
-
Porque es viernes.
-
Mentira. Sonreís porque ya no voy a dormir en tu
cuarto y no te voy a acompañar a clases.
-
Yo no…
-
Ni lo intentes, puedo leer tu mente.
Suspiré cansada y apoye la espalda en el árbol que nos
había estado protegiendo del sol la última hora.
-
Eso es completamente absurdo pero vos, en
general, sos absurdo, así que pensa lo que quieras.
-
Pienso lo que es y, para tu mala suerte, eso que
estas imaginando no va a pasar. Vas a vivir con nosotros hasta que te asignen
una compañera de cuarto. No podes quedarte sola.
-
No. – me enderecé y lo mire seria - Prometiste
que me dejarías sola y eso fue hace una semana.
-
Sabes que mis promesas no valen nada, no te
hagas la sorprendida.
-
Lo sé, por eso aguante hasta hoy, pero a partir
de ahora esto de seguirme se termina.
No me había dado cuenta antes, pero de la fuerza con la
que sostenía el cuaderno terminé arrugando las primeras hojas. Mire tan mal a
Guillermo como pude y estaba tratando de arreglar el desastre cuando una voz
nos sobresaltó a ambos.
-
¿Todo está bien?, ¿hay algún problema?
Una voz profunda nos sobresaltó a ambos y cuando levanté
la vista me sorprendí al ver esos ojos celestes de nuevo. Él tenía sus ojos
fijos en mi y necesitaba descubrir exactamente de qué color eran, por eso sentí
como si me hubieran despertado de un sueño cuando Guillermo contestó su
pregunta.
-
Sí, todo está bien.
-
¿Segura?, estaban discutiendo. – el chico me
hablo directamente a mí, ignorando a mi mejor amigo.
-
Sí, estamos bien. – contesté.
-
Discutir, en general, no es la gran cosa – Guillermo
intervino enojado - y disculpa mi pregunta si te resulta grosera pero ¿Quién
sos?, ¿te conocemos?
-
Vos no. – el chico lo miro un segundo y luego volvió
a mirarme - Pero ella si me conoce.
-
A decir verdad no te conozco. – le dije mientras
comenzaba a juntar mis cosas – Solo te vi una vez.
-
Buen punto – sonrió – y esa vez no llegue a
presentarme, no me diste tiempo. Soy Simón, un gusto.
El chico extendió su mano y continuó sonriendo. Tenía una
sonrisa demasiado perfecta y algo en sus ojos brillaba mientras me miraba
expectante. Me ponía nerviosa.
-
Un gusto conocerte Simón. – sonreí, parecía un
chico amable, pero no por eso tomaría su mano. – Ahora si nos disculpas nos
estábamos yendo.
Esbocé algo así como otra sonrisa y comencé a caminar
hacia cualquier lado, solo quería alejarme de ese chico. Guillermo estuvo a mi
lado enseguida.
-
¿Por qué corres?
-
No estoy corriendo. – me di cuenta de que
caminaba muy rápido para parecer normal así que desacelere el paso – Solo estoy
yendo a mi cuarto para dejar las cosas e ir a buscar a Luca, se estaba haciendo
tarde y no nos dimos cuenta.
-
¿Por qué seguís mintiendo? – Guillermo abrió la
puerta para mí y ambos entramos al edificio – te estás escapando de ese chico
que, por cierto, era un completo bombón.
-
¿Bombón? – contuve la risa – ¿de dónde sacaste
esa palabra?
-
No sé, solo me salió. ¿Ese es el chico que te
ayudo con Ignacio el lunes? – asentí – podrías haberme avisado que era tan
lindo.
-
No me había dado cuenta. – realmente hasta hoy
no lo había hecho, había estado muy apurada por alejarme de él como para
notarlo. Solo sus ojos me habían llamado la atención.
-
Bueno, pero ahora te diste cuenta, ¿no?, y ni
hablar de que evidentemente pensó que tenías un problema porque estabas
discutiendo conmigo. Se podría decir que con esa apariencia y esa conducta
preocupada es todo un príncipe.
-
Estas exagerando. Los príncipes, como vos los
imaginas, no existen, y además me parece muy machista de su parte pensar que
tiene que intervenir en nuestra discusión porque me ve gritándole a mi mejor
amigo.
Abrí mi cuarto y dejé las cosas sobre el escritorio que
estaba junto a la cama.
-
El no sabe que yo soy tu mejor amigo.
-
No importa, no tiene porque ir asumiendo nada.
La gente se grita todo el tiempo, solo ve que tengo un incidente una vez y a
partir de eso se toma el atrevimiento de pensar que no puedo manejarme sola.
No me había dado cuenta, pero lo que había hecho ese chico
me había molestado.
-
Entiendo que te pongas así, te conozco y sé
porque, pero tal vez solo deberíamos alegrarnos de que alguien mostrara algo de
decencia y se acercara para comprobar que nada malo estaba pasando. Eso, personalmente,
me deja más tranquilo.
Genial, Guillermo no podía confiar en mi propio criterio para
manejar un problema pero si se alegraba cuando un completo extraño se acercaba
para controlarme. Vaya amigo que tenía…
-
Vamos – dijo de golpe mirando su celular y cortando
la replica que tenía preparada para darle - Luca me acaba de mandar un mensaje
porque se adelantó y está afuera de mi edificio.
Más relajada porque finalmente Luca estaba en la ciudad sonreí
y tome la mano que Guille me extendía.
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