-
De
verdad Sam, no creo que esto sea una buena idea. Tu hermana está por llegar en
cualquier momento y ambos sabemos que Ella no es su persona favorita en todo el
mundo.
-
Tranquilo
Simón, no pasa nada, tengo todo controlado y Ella sabe perfectamente cómo comportarse
en presencia de Ema.
Mientras
observaba como Ella volvía de la cocina con dos vasos transparentes llenos de un
contenido rojo intenso me dije a mi mismo que esto no era en absoluto una mala
idea. Sí, tal vez la chica era una completa perra, pero tenía un cuerpo que
hacía olvidar cualquier otro detalle y la conocía lo suficie como para saber
que valía la pena aguantar su molesto timbre de voz hasta que encontráramos un
momento para estar a solas.
-
Acá
esta tu vaso Sam.
-
Gracias
Ella. – le sonreí como sabía que a las chicas les gustaba y levanté la vista
para ver si ya había señales de mi hermana.
La
casa que compartía con mi amigo estaba llena de gente y aunque nos sobraba el
espacio y los recursos como para dar una de estas fiestas al menos una vez a la
semana ya me estaba cansando de tener que aguantar a las mismas personas todo
el tiempo. Simón había deslizado la idea de que canceláramos todo y saliéramos
a otro lugar por una vez, pero sinceramente tenía más control sobre mi hermana
menor encerrada en donde pudiera verla que en un bar lleno de chicos que solo
buscarían de ella lo mismo que yo buscaba de Ella.
-
¿Vamos
a bailar?, estoy aburrida.
Mire
a Ella a mi lado y tuve que hacer un esfuerzo para volver a sonreír.
Hoy
estaba increíble. Con todo ese pelo oscuro bien lacio cayendo sobre sus hombros
desnudos y un vestido corto que no dejaba mucho a la imaginación. Tenía una
piel preciosa y unos ojos claros que, aunque lucían de lo más inocentes, sabía
cómo se ponían cuando estábamos solos. Lástima su voz y lo mala persona que
era...
-
No
tengo ganas justo ahora, pero podes ir y dar un espectáculo solo para mí.
-
No
sería tan divertido si voy sola…
-
Tal
vez no – le guiñe un ojo sintiéndome el mayor idiota pero sabiendo que ella lo
apreciaría – pero ambos sabemos que te lo compensaría más tarde.
Los
ojos de Ella brillaron del entusiasmo y dándome una sonrisa de lo más seductora
dio media vuelta para acercarse a la pista.
-
De
verdad no sé como haces eso. – dijo Simón a mi lado – Si yo fuera una chica y
me tuviera el más mínimo respeto me sentiría una idiota obedeciéndote todo el
tiempo.
-
Eso
es porque me conoces bien – lo miré – pero ella no tiene la más mínima idea de
lo que realmente pienso.
-
Estoy
seguro de que no apreciarías que alguien pensara así de Ema.
Completamente
asqueado miré a mi mejor amigo con el ceño fruncido. Últimamente estaba hecho
un idiota que buscaba hacerme sentir culpable por buscar un poco de diversión
cuando el también tenía sus métodos y secretos.
-
Nadie
podría tratar así a Ema.
-
Hablando
de Ema… - los ojos de Simón se dirigieron al frente y lo seguí. – Llegó y, por
primera vez, no vino sola. Esta con una amiga.
-
¿Ema
con una amiga? – fruncí el ceño intentando ver – Eso es nuevo.
Lo
era, mi hermana no era de socializar y eso era debido a mí, pero yo no tenía la
culpa de resultar tan atractivo para las mujeres… aunque tal vez sí la tenía
por provocarlas todo el tiempo.
Mi
hermana estaba vestida como siempre, jeans ajustados y una linda remera nueva
que seguramente se había comprado en nuestra última visita a casa. Estaba
hermosa pero no podía apreciar a la chica que venía con ella porque estaba casi
oculta a sus espaldas. Caminaban bien pegadas y por lo que parecía Ema sostenía
su mano con fuerza. Realmente no podía joder esto.
Solo
podía apreciar que tenía unas piernas más que decentes pero el escrutinio se
detuvo ahí porque sabía lo que esto significaba para mi hermana. Si la traía
consigo debía comportarme y al menos esperaba que esta vez tuviera más sentido
común eligiendo con quien relacionarse.
-
Increíble,
no puedo creer que haya venido con alguien. – dijo Simón.
-
Lo
sé, es todo un paso en nuestra relación.
Mi mejor
amigo me miró sonriendo.
-
Lo
sé, no lo arruines.
-
No
quiero hacerlo así que espero que esa chica sea muy, muy fea.
-
Lo
siento, pero ese no es el caso.
-
Entonces
al menos voy a asegurarme de que no esté buscando algo acercándose a mi hermana
porque si no va a lamentarlo.
Con
un nudo en el estómago miré a mi mejor amigo que sonreía mirando hacia mi
hermana que ya estaba a unos pasos de nosotros. Era muy probable que Ema no le
hubiese dicho a esta chica nueva quiénes éramos así que debía andarme con doble
cuidado. Mi hermana verdaderamente necesitaba una amiga.
-
Mierda
– dijo Simón con la voz ahogada – es la chica del pasillo.
-
¿La
chica del pasillo?
Simón
no pudo contestarme porque justo en ese momento Ema llegó hasta nosotros.
-
¡Sam!,
¡me alegro de verte!
Nos
habíamos visto hacía apenas un par de horas, pero Ema era así de efusiva por lo
que cuando abrí los brazos para que ella se arrojara a ellos la chica que venía
detrás quedó totalmente expuesta.
Tuve
que contener un suspiro al verla. Ahora entendía a Simón, era la chica que se
había caído de bruces en la residencia cuando torpemente habíamos abierto las
puertas sin mirar. Ella ni siquiera me miraba, estaba demasiado ocupada observando
todo a su alrededor, pero cuando finalmente sus ojos se posaron en mí no pude
evitar sonreír. Ahí estaban esas mejillas rosadas de nuevo.
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