Sabía
que escaparme no era lo mejor, pero no tenía ganas de estar viendo los
increíbles ojos grises del chico que me había hecho sentir tan poca cosa apenas
unas horas atrás.
Todavía
faltaba para mi clase y como pasar tiempo con Ema estaba descartado no me quedo
más remedio que meterme en un aula vacía, sacar todos los libros de la mochila
y ponerme a avanzar con el libro de cálculo. Patético, pero útil al fin y al
cabo.
Habré
estado cuarenta minutos leyendo y haciendo ejercicios cuando una voz profunda
me sobresaltó…
-
Al
fin te encuentro.
Sorprendida
y un poco impresionada por el susto que me había hecho pegar miré a Samuel, de
pie en el umbral de la puerta, bloqueando la única salida que había.
¿Cómo
me había encontrado? Y, lo que era más importante, ¿Cómo no lo había escuchado
llegar?...
-
¿Me
buscabas? – fue lo único que atiné a decir, aunque mi mete de repente estaba
trabajando en buscar la mejor y más rápida salida de esta habitación.
-
Si,
quería discúlpame por mi comportamiento de ayer. Fui grosero e hiriente. Me
sentí en desventaja porque me rechazaste y no medí las palabras antes de
decirlas, estuve mal.
Bueno,
debo admitir que no esperaba que Samuel se disculpara y mucho menos que me
buscara para hacerlo, pero igual todavía me costaba hacer contacto visual sin
recordar lo que nos habíamos dicho por eso me puse a guardar mis cosas dentro
de la mochila mientras le contestaba...
-
Está
bien, fue un momento tenso que nos hizo decir cosas hirientes a ambos así que
en todo caso yo también me disculo. De todas maneras no creo que hayas dicho
algo que no sea cierto, definitivamente no valía tanto esfuerzo.
-
No
estaba haciendo un esfuerzo. – sus palabras sonaron bruscas y cuando lo mire
noté que estaba apretando la mandíbula con fuerza - Lo que dije no es cierto,
todo lo que hice en los últimos meses fue genuino, no pienses que hablaba
enserio porque ayer solo era yo tratando de ser cruel usando una mentira.
-
No
creo que haya sido una completa mentira, creo que te dejaste llevar y dijiste
lo que en realidad pensabas con un poco más de crudeza. Ambos sabemos que no
tenes porque ser tan amable conmigo todo el tiempo y teniendo en cuenta el
historial de las amigas de Ema era natural que quisieras ver hasta donde
llegaba, puedo llegar a respetar eso, pero lo que no voy a tolerar es que
sigamos jugando a esto. Yo no tengo nada que te interese y vos no sos nada para
mí, así que mantengamos distancia y finjamos que lo de ayer nunca paso. Es lo
mejor.
-
Vos
tenes muchas cosas que me interesan y con ese beso no estaba tratando de probar
nada. Hice lo que quería hacer desde hacer mucho tiempo y no me arrepiento. No
voy a hacer como que nada paso porque esto recién empieza. Lo arruiné con mi comportamiento
infantil de ayer, pero sé que sentís algo por mí y definitivamente yo siento
algo por vos como para alejarme. Te voy a dar espacio, pero eso no significa
que me aleje definitivamente. Te abrume, puedo entenderlo, por eso ahora vas a
estar tranquila; pero no te confundas Oriel, no voy a estar muy lejos.
Me quedé
estática, mirándolo como si fuera el sol, la luna y todas las estrellas porque
estoy segura de que la expresión de mi rostro se parecía mucho a la de estar
mirando algo tan increíble como el firmamento. Samuel se acercó, se inclinó
hasta quedar a mi altura y sin quitar sus ojos de los míos se fue acercando
hasta que sus labios rozaron los míos en un nuevo beso. Uno mucho más suave,
dulce y aún así igual de inesperado.
Cerré
los ojos y suspiré. Sentí el frío y la soledad cuando se alejo y no volví a
abrirlos hasta que supe que se había ido y estaba sola. Para ese entonces no
pude más que hacerme un ovillo en el asiento y comenzar a rezar para que esto,
lo que sea que fuere que pasaba entre nosotros, no terminara rompiéndome.
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