Me costó
calmar a Ema. Había estado tan bien durante la semana que lamenté mucho que se
pusiera así solo porque su hermano aparecía para verla.
-
Relájate
Ema, si seguís llorando te va a doler la cabeza, creeme, no vas a querer eso –
le sonreí y ella me devolvió la sonrisa entre lágrimas.
Podía
sentir la mirada de Samuel a mis espaldas. Estaba segura de que el chico quería
que los dejara solos, pero no me animaba a dejarla así y aparte ella me tomaba
del brazo como si su vida dependiera de ello.
-
No
te vayas – me dijo como si pudiera leer mis pensamientos – no me dejes sola con
él.
-
Es
tu hermano Ema, no pasa nada – suspire – solo quiere arreglar las cosas, tenes
que escucharlo.
-
Es
fácil para vos decirlo – miro sobre mi hombro y le hecho una mirada de muerte –
no sabes lo que hizo. Estoy segura de que si supieras ni siquiera vos lo
perdonarías.
-
Sé
que estuve pésimo – Samuel rompió el silencio – pero eso no justifica que la
metas en esto. Te estoy pidiendo disculpas, estoy verdaderamente arrepentido y
te aseguro que jamás voy a volver a hacer una cosa así. Solo tenes que
perdonarme y dejarlo ir Ema, fue una sola vez. Una.
No tenía
idea de que estaban hablando, pero al parecer esa sola vez que su hermano se
había equivocado había sido grande porque Ema parecía decidida a no perdónalo.
Me intrigaba, pero no dije nada y espere en silencio.
Ema
tardo, pero finalmente suspiro y soltándome se levanto para acercarse a su
hermano.
-
Estuviste
mal, tenes que entender que lo que hiciste no solo está mal por lo que
significa para mí, sino por lo que dice de vos. Te perdono, pero estas a prueba
y sabes lo que eso significa – lo miro mal – esta vez te va a costar.
Tan
rápido que me asustó, Samuel separo la distancia que los separaba y la tomo
entre sus brazos con tanta fuerza que la levanto por los aires. Le lleno la
cara de besos y le dijo tantas veces que lo sentía y que estaba tan feliz de
que lo hubiese perdonado que para cuando finalmente volvió a dejarla en el
suelo yo ya estaba mareada. Me ponía contenta que las cosas entre ambos hermanos
se hubiesen solucionado, pero seguía en el medio de algo que no me incumbía y eso
realmente me incomodaba. Ema ya había comenzado a hacer una lista sobre las
cosas que Samuel tenía que hacer para comenzara a compensar lo que había hecho,
por eso ninguno de los dos me noto cuando tome mi cartera y me escabullí por la
puerta.
No me
detuve hasta salir del edificio, pero una vez afuera me lamente por no haber
agarrado un abrigo. Hacia frio y yo seguía con el uniforme de trabajo. Suspire
y comencé a caminar al café que quedaba a unas cuadras del campus; no quería
volver a mi lugar de trabajo pero si no quería caminar mucho no me quedaba otro
remedio.
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