Simón
estaba cerrando nuestras habitaciones con llave para cuando llegue a casa.
Había
sacado todas las cosas de valor o que pudieran terminar rotas y tanto la cocina
como la sala estaban llenas de botellas de bebidas blancas y cerveza.
-
Bastante
organizado teniendo en cuenta el poco tiempo que tuviste para organizar esto.
Mi
mejor amigo me miro y mientras me arrojaba la llave de mi cuarto pasó de largo hasta
la cocina.
-
Solo
tuve que hacer dos llamados y todo estuvo listo. Lo único que hice fue meter
todo en el armario que está debajo de la escalera y asegurarme de cerrar las
habitaciones del segundo piso. No pienso ocuparme de otra cosa.
-
Con
eso es suficiente Simón, no seas tan paranoico.
-
La
precaución no tiene porque ser paranoia. ¿Cómo te fue en la cena?
-
Bien,
mucho mejor de lo que hubiese deseado inclusive…
-
¿Y
eso?
-
Todavía
me cuesta creer que Oriel sea tan perfecta. No creo que eso sea natural, no
creo que ella sea natural.
-
¿Estás
hablando enserio?
La
mirada enojada de Simón me dio a entender que tendría que ser más cuidadoso al
elegir las palabras para expresarme. Mi mejor amigo le había tomado mucho
cariño a la chica y así como yo me comportaba con Ema él era muy protector y
posesivo con Oriel.
-
No
me malinterpretes, parece natural y no puedo encontrar una sola grieta que
rompa la imagen que tiene pero me cuesta creer que sea real. Conocí docenas de
chicas y ninguna se comporto nunca como ella. ¿No te suena eso un poco raro?
-
No,
creo que nunca antes te habías tomado la molestia de pasar tiempo con una chica
en el pasado, no de esta manera y por eso sobredimensionas lo que Oriel
representa. Es realmente especial y no debe haber muchas como ella pero no es
perfecta Sam, nadie lo es.
No
estaba de acuerdo con Simón en eso, Oriel era perfecta para mí, pero sí tenía
razón cuando decía que nunca antes me había preocupado por pasar tiempo con
ninguna de las chicas con las que había salido. Lo había intentado en los
últimos meses, después de conocer a una chica como Oriel había sentido la
necesidad de comparar, pero aún no aparecía nadie que fuera como ella o, en su defecto,
que me hiciera sentir lo que me hacía sentir.
-
Va
a ser mejor que vayas a bañarte, en un par de horas va a empezar a llegar la
gente y no quiero tener que soportar a Helena solo porque ambos sabemos que
ella va a ser la primera en aparecer.
-
Helena
no es tan mala…
-
El
hecho de que tengas que usar el “tan” ya te da una idea de lo equivocado de esa
declaración.
Mire a
Simón tan mal como pude y subí a darme una ducha. Tenía que sacarme de la
cabeza el recuerdo de la cena con Oriel y lo bien que la habíamos pasado. Me
hacía reír, era suave en sus tratos y tenía mucho tacto para tratar con la
gente. Jamás me había pedido nada y eso era todo un logro para una persona que
formaba parte de mi círculo. En las últimas semanas la había subido a un
pedestal y tenía que calmarme y, como había dicho Simón, tener en cuenta que
era una chica como cualquier otra.
Cerré
los ojos bajo el chorro de agua fría y pensé en Helena. La reacción de mi
cuerpo tenía que ser provocada por ella, no por otra chica y menos, muchísimo
menos, por Oriel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario