22.11.16

C30

-          Por supuesto que se que fue culpa de mi hermano – Ema tomo un sorbo de su café y me miro con pena – Sam es un poco impulsivo y no midió las consecuencias al besarte en un lugar público, en donde estaba esa zorra de…
-          Ema – la interrumpí – no la nombres por favor porque, como ayer, ahora también estamos en un lugar público – me hundí más en el banco que estaba ubicado cerca de la entrada de la Facultad – y te repito que yo no le estoy echando la culpa a tu hermano, no es como si me hubiese negado.
Ema me miró sonriendo…
Era increíble que después de haberla esperado casi toda la noche me hubiese quedado dormida y fuese ella quien me despertó esta mañana con la misma sonrisa dibujada en sus labios para invitarme a desayunar y hablar del tema.
Había estado tan preocupada y asustada de su reacción que todavía no podía creer que hubiese sido tan abierta, considerada y comprensiva. Si en algo Samuel no se había equivocado era en decir que incluso Ema había estado esperando que esto sucediera.
-          Como si hubieses podido evitarlo – mi amiga me rodeo con el brazo que tenía libre – se que no hiciste nada para provocarlo y eso es lo que importa. Hace semanas que veo la forma en que mi hermano te mira y solo estaba esperando que llegara el momento en que hiciera algo. Ayer, finalmente, lo hizo.
-          ¿Y no estás enojada?
-          ¡Por supuesto que no! – rió – lo esperaba, y lo esperaba con ansias, solo lamento que a vos no te interese como yo creí que te interesaba.
Perpleja, mire a Ema, ¿a ella no le importaba que me hubiese besado con Samuel?, era increíblemente celosa de su hermano y no la había visto aceptar a ninguna de las chicas que, desde que los conocía, se le habían acercado.
-          Si te estás preguntando por que con vos es diferente – sonrió – en tus pregunta tenes la respuesta. Siempre supe que mi hermano no te interesaba, o al menos que yo te interesaba más que él y eso, para mí, es lo único que importa.
-          ¡Por supuesto que me interesas más que él! – suspire - es decir, es tu familia, quiero lo mejor para toda tu familia, pero vos sos mi amiga Ema, no ellos.
-          Y eso – la sonrisa de Ema se hizo aún más grande, cosa que humanamente no parecía ser posible – es lo que te hizo especial.
Suspire, nunca entendería porque Ema se valoraba tan poco, pero en definitiva yo no tenía mucha idea sobre sus relaciones pasadas y solo podía agradecer que entendiera que, sobre todo, yo valoraba nuestra amistad y que no haría nada para ponerla en riesgo.
-          Ahora – la sonrisa de Ema desapareció - ¿realmente no te gusta mi hermano?, ¿ni un poco?, se que te sentís atraída por él, todas las chicas se sienten atraídas por Sam, pero yo me refiero a otra cosa…
Estaba buscando la mejor forma de expresarle lo que en verdad sentía por Samuel cuando un grito nos sobresaltó a ambas. Una pareja estaba discutiendo en la puerta de entrada de la Facultad y la cosa no parecía ir muy bien. El chico, que me resultaba vagamente familiar, tenía a la chica agarrada por la muñeca y ella, que si bien parecía muy tranquila, no dejaba de forcejear para soltarse.
-          Ese chico es Ignacio, el amigo de mi hermano.
¡Claro! ¡de ahí lo conocía!, lo había visto en casa de Simón y durante los partidos, estaba segura de que también formaba parte del equipo.
-          Si, lo reconozco, pero a ella no.
-          Yo tampoco y la cosa no se ve muy bien.
No, no se veía para nada bien, la chica no gritaba y tenía expresión relajada, pero Ignacio parecía un poco fuera de sí y seguía gritando cosas que nosotras, a esta distancia, no podíamos distinguir. Estaba pensando en intervenir, alguien tenía que hacer algo, cuando una figura conocida apreció por la puerta de la Facultad y, sin dudarlo, se acercó a ellos.
-          ¡Perfecto! ahí está Simón – Ema suspiró – él va a hacerse cargo, nos salvamos.
-          Igual vamos, puede que termine necesitando nuestra ayuda.
Tome del brazo a Ema y tire de el para que caminara conmigo.
-          ¿Simón?, ¡Por dios Oriel!, ¡como si Simón fuese a necesitar nuestra ayuda!
Ema tenía razón, pero eso no significaba que me gustara ver a mi amigo metido en el medio de una pelea de pareja. Ese tal Ignacio era algo intimidante y no parecía estar en su mejor momento.

No hay comentarios: