Era un idiota, un completo y descuidado idiota…
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Oriel, ¿estás bien?
Los ojos claros de Oriel dejaron de mirar fijamente el
piso y se posaron en los míos.
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Sí, claro – intentó sonreír pero la conocía
mejor – solo que me acabo de acordar que tengo algo que hacer, ¿podríamos dejar
la merienda para otro día?
Ya había comenzado a retroceder pero fui más rápido y agarre
su mano para que no siguiera alejándose.
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Sé que Helena te molestó, pero dejame explicarte
de que hablaba porque no es lo que estás pensando.
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No estoy pensando en nada.
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Mentira. Se que se ve mal pero tengo una explicación
para lo que acaba de pasar. Helena y yo no tuvimos ninguna cita, ni ayer ni el
sábado.
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¿Me estas queriendo decir que no la viste?, ¿Qué
ella mintió?
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No mintió, solo manipulo las cosas para su
propio beneficio. Lo del sábado fue un encuentro para aclarar lo que paso en la
fiesta, no nos habíamos visto después de lo que hizo y quería dejarle muy en
claro que no podía volver a acercarse, la conozco y es una chica impulsiva, lo
que acaba de hacer lo demuestra.
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Supongamos que creo eso, ¿y lo de ayer?, ¿Qué
querías aclararle ayer?
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Su hermano tiene un par de cosas mías y como está
de viaje ella iba a ser la encargada de devolvérmelas. – suspiré. Jamás había
tenido que dar explicaciones a nadie y se me hacía difícil - Ni siquiera me presenté ayer porque no tenía
ganas de verla, sabía que si le daba la oportunidad lo usaría en mi contra y
aun así lo hizo. Volvió a meterse en el medio.
Intenté acercarme. Roce su mano pero Oriel se alejó. No
parecía enojada, pero si estaba como ida, fuera de nosotros. Era solo cuestión
de tiempo a que algo o alguien de mi pasado se interpusiera y lo arruinara.
Quince días habían sido más que suficiente para disfrutar mí tiempo libre de
pasado con ella y aunque había estado preparado para que algo así ocurriera me
asustaba un poco lo impotente que me hacía sentir el hecho de no poder tener
control al respecto porque por muchas explicaciones que pudiese darle alejarse
o no dependía de Oriel. Ella me tenía en sus manos y ni siquiera se daba
cuenta…
-
Sé que me estás diciendo la verdad pero en este
momento quisiera estar sola. No estoy enojada y no quiero que pienses que esto
es algo malo, incluso me da culpa pedirte explicaciones – miro al piso y se sonrojo.
Mierda, esto era malo. – pero igual me alegra que me las dieras. Ahora si me
disculpas tengo que hacer algunas unas cosas, más tarde hablamos.
Antes de irse me regalo una sonrisa insegura y sin darme
tiempo a hacer o decir algo dio media vuelta y camino rápidamente de regreso al
edificio.
Tuve el impulso de ir a buscarla pero en realidad no
sabía que decirle y muy probablemente ya se encontraba perdida en alguno de los
pasillos de la Universidad.
Si tan solo le hubiese comentado antes sobre mis encuentros
con Helena, Oriel habría estado prevenida y sea lo que sea que estaba sintiendo
en este momento no existiría.
Una vez más podía estar seguro de que la culpa era mía.
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