¿En qué diablos pensaba mi hermana al vestir a Oriel de
esa forma?
Estaba seguro que lo había hecho apropósito. Aunque Ema
no sabía lo que había pasado ente nosotros, conocía a su amiga y seguramente
intuía que algo no estaba bien, por eso había hecho que Oriel se vistiera de
rojo, mi color preferido cuando de mujeres se trataba. Ellas todavía no me
habían visto.
Habíamos llegado hacía apenas unos minutos y las chicas
no nos habían notado. Simón estaba en otro mundo, desde que había vuelto a casa
así que tampoco podía pedirle a él que se acercara para no quedar desesperado.
Por esta vez, como había dicho mi mejor amigo, tendría que hacer el primer
movimiento.
-
Vamos, las chicas están por allá… - toque el
brazo de Simón y el siguió la dirección de mi mano.
-
¿Queres que vayamos ya?
-
Si, para eso vinimos.
-
No sé si en este momento es justamente una buena
idea…
Mire nuevamente hacia donde estaban las chicas y supe a
lo que Simón se refería. Dos chicos se habían acercado y aunque eso ya me había
molestado lo peor era que uno de ellos era el hermano de Helena.
-
Si, tenemos que ir. Ahora. Vamos.
Simón se encogió de hombros y me siguió.
Conocía a Pedro porque formaba equipo con nosotros en la
Universidad y era justamente por él que había llegado a conocer a su hermana.
No me había portado bien con Helena, pero la chica era una perra y en más de
una ocasión su hermano había hecho comentarios que daban a entender que el opinaba
lo mismo, aunque eso igualmente no era garantía de nada.
Estaba a dos pasos y ya se podía notar como Pedro se
inclinaba sobre Oriel y ella, visiblemente incómoda, se encogía para no quedar
tan cerca.
-
Chicas.
Mi tono de voz hizo que los cuatro voltearan a verme.
Mi hermana sonrió inmediatamente. El chico que estaba
junto a ella, al cual no conocía, se alejó unos cuantos pasos pero Pedro, que
seguía muy cerca de Oriel, solo se limitó a sonreír y permanecer en donde
estaba. Se estaba buscando un golpe y yo quería golpearlo tanto, tan fuerte,
tan…
-
¿Cómo están chicas? – la voz de Simón me devolvió
a la realidad.
Lo mire. Él tenía sus ojos fijos en mí, sabía lo que estaba
pensando y quería que me calmara.
-
Ahora que los encontramos mucho mejor.
Después de decir esto Ema saltó sobre los brazos de Simón
y eso solo hizo que el chico que había estado intentado acercarse a ella observara
la escena con expresión de derrota. Solo Ema, Oriel y yo sabíamos que Simón era
como un hermano para Ema, pero era muy frecuente que lo utilizara como escudo
cuando alguien la molestaba así que simplemente los dejé. Simón rodeó a Ema en
un abrazo y la alejó del grupo.
Centré mi atención en Oriel que, muy astutamente, se
había alejado de Pedro y me observaba casi pegada a la pared con ojos
asustados. Se veía hermosa, tan hermosa que dolía ser consciente de que era
mía… o al menos de que podría serlo.
-
¿Cómo estas Oriel?
-
Bien Sam, ¿vos?
-
Ahora que te veo mucho mejor. – sonreí. La chica
me hacía sonreír como nadie y yo no era en absoluto un chico sonriente.
-
¿Se conocen?
Pedro nos miró a ambos y aunque la imagen mostraba lo
evidente supe que solo quiso incomodarnos. Para mí no era problema contestar a
su pregunta, pero sabía que a Oriel le costaba. Ella todavía no entendía que lo
que teníamos era serio y este era el momento para dejarlo bien claro.
-
Por supuesto que nos conocemos, Oriel es…
-
¡Sam!
Dos brazos rodearon mi cuello y una figura que conocía muy
bien se pego a mi espalda. Cerré a los ojos y maldije por dentro.
-
Helena, ¿Cómo estás?
Tratando de ser delicado desenvolví sus brazos y me
alejé. No tardó nada en ubicarse a mi lado.
-
Muy bien, ¿vos?
-
Bien.
-
¡Y ahora estamos todos! - Pedro, con una sonrisa,
abarcó el grupo.
-
¿Cómo estas hermanito?
Helena se acercó y beso su mejilla. Cuando notó a Oriel
agazapada contra la pared no pudo esconder la expresión de sorpresa.
-
Vos…
-
¿Ustedes también se conocen? – preguntó Pedro,
sorprendido.
-
Claro que sí – los ojos celestes de Helena se
oscurecieron y dio un paso hacía Oriel que aunque sabía que quería hacerlo no
se movió de donde estaba – esta es la perra que se metió entre Sam y yo. Espero
que no intentes nada con m hermano porque desde ya te aviso que él no es para
vos.
Si bien la mirada de Oriel había estado fija en Helena,
cuando ella terminó su horrible discurso miró a Pedro y, finalmente a mí.
Intentaba ocultarlo pero rastros de dolor y vergüenza se filtraban para mí. La
furia que sentí al verla así no me sorprendió e iba a decir algo pero fue ella
quien rompió el silencio…
-
Yo no me metí entre nadie y no sabía que Pedro
era tu hermano, fue él quien se acercó hace unos minutos para saludarnos a Ema
y a mí. Ahora, si me disculpan.
Haciéndose un ovillo para pasar entre nosotros Oriel se alejó
y se perdió entre la gente. Grité su nombre pero no se detuvo y cuando iba a ir
en busca de ella un par de uñas se clavaron en mi brazo…
-
¿A dónde crees que vas?
Helena.
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