Me desperté con el sonido del celular.
Guillermo llamaba para ver cómo me encontraba y después
de asegurarle que estaba muy dormida como para mantener una conversación
coherente finalmente me dejo tranquila.
En la breve comunicación había intentado convencerme de
que cenáramos juntos pero yo, muy vilmente, le dije que ya había hecho planes
con Simón. Mi mejor amigo se puso loco de la emoción y empezó a repetir la
palabra “cita” tantas veces que me sorprendí de que pudiera usarla tanto en una
sola oración. Pero lo único que yo buscaba era que me dejara en paz y por eso le
había mencionado la cena (a la cual no había pensado asistir) con Simón.
No quería cenar con el chico, pero para darle una noche
libre a Guillermo haría cualquier cosa, y verlo tan tranquilo y feliz me había
sorprendido gratamente porque entonces tal vez Simón me serviría para algo.
Esta vez asistiría al encuentro, no le mentiría a Guillermo, pero en el futuro
podía usar su nombre para excusarme de otras cosas…
-
Bueno, ahora te dejo Guille, tengo que
cambiarme.
-
¡Hay! ¡qué emoción! ¡¡Tu primer cita!! No puedo
creerlo… - suspiró – tal vez debería ir para ayudarte a elegir ropa y…
-
¡No! – ok, tal vez no necesitaba gritar tan
desesperadamente. Tenía que calmarme. – No, no te preocupes, lo tengo todo
resuelto. Mañana te cuento como fue. ¡Te quiero!
-
¡Besos y SUERTE!
Corte rápidamente y sin ganas me levante de la cama.
Agarre toallas y una muda de ropa al azar, me dirigí a las duchas y no tenía
planeado volver hasta mucho tiempo después.
Todavía tenía sueño así que necesitaba pasar un buen rato
bajo el agua para despabilarme.
No sabía qué hora era ni cuanto había tardado, pero
cuando volví a mi habitación Simón ya estaba en la puerta, esperándome.
Al verlo tan impecablemente vestido me sentí algo
insegura por mi elección. Tenía puesto un vestido sencillo color azul marino,
botas y un saco gris que era largo y ya tenía sus años mientras que él tenía
puestos unos pantalones del mismo color que mi vestido, camisa blanca y saco a
juego (casi parecía un traje si no fuera por la ausencia de la corbata). Además
estaba impecablemente peinado y yo, a su lado, con el pelo mojado y sin
cepillar seguro parecía una loca.
Cuando estuve lo suficientemente cerca me miró y algo en
sus ojos brillo al darme un vistazo…
-
¿Te estabas bañando?
-
¿No es eso obvio? – me agarré un mechón de pelo
mojado y rodé los ojos - ¿Hace mucho estas esperando?
-
Un rato. – contuvo la risa – Y yo que pensaba
que solo estabas tratando de deshacerte de mí…
-
No tientes a la suerte. – sonreí y me acerqué
para abrir el cuarto. Tenía que dejar las cosas y agarrar la cartera.
Simón, como siempre, me siguió adentro.
-
¿Ya sabes a donde queres ir?
-
¿Puedo elegir yo? – lo mire por sobre mi hombro
mientras dejaba todo en el placard.
-
Por supuesto.
-
Genial. – di media vuelta y sonreí – Quiero una
hamburguesa con papas y un helado de caramelo. No importa de dónde.
Simón abrió los ojos ligeramente y no pase por alto el
hecho de que nuevamente parecía contener la risa. ¿Qué le resultaba tan
gracioso?
-
¿Tengo algo en la cara? – dije de golpe. Tal vez
no me había dado cuenta pero tenía pasta dental en la mejilla…
-
No, nada, estas perfecta.
-
¿Entonces por qué contenes la risa?
-
Bueno, solo me causa gracia que seas tan
despreocupada y decidida al mismo tiempo. Es un poco reconfortante, ¿sabes?
-
¿Por qué?
-
Además esta eso, si algo te da curiosidad solo
lo preguntas. Es reconfortante porque no suele suceder así. Las chicas con las
que siempre salí eran un poco más complicadas que esto y…
-
Nosotros no estamos saliendo.
Fue claro que Simón se arrepintió de su uso de palabras,
pero a mí no me importo. Yo lo sorprendía pero él no dejaba de encajar cada vez
más en el estereotipo para chicos como él.
-
Lo sé, fue una mala elección de palabras y no
debí comparar es solo que…
-
Mejor vamos. – lo corté. Si seguía hablando solo
iba a empeorarlo – Tengo hambre y no quiero volver tarde.
Tome mi cartera y sin esperar a que me siguiera salí de
mi habitación. Escuché como Simón cerraba la puerta y corría la poca distancia
que nos separaba hasta alcanzarme. Me devolvió las llaves y se puso a mi lado.
-
Tengo el auto afuera, ¿o preferís caminar?
-
Caminemos.
Asintió y, en silencio, salimos del edificio para
adentrarnos en la noche helada.
Estaba fresco y las estrellas estaban tapadas por un cielo
rojo que anunciaba tormenta, pero aún así prefería caminar. Todavía no estaba
lista para estar encerrada en un espacio tan pequeño con Simón.
-
¿Entramos ahí? – Simón señalo una casa de comida
rápida que estaba cruzando la calle.
Apenas habíamos caminado cinco cuadras pero ya estaba
helada y el pelo mojado me hacía temblar.
El lugar estaba casi vació. Era una especie de cafetería
que parecía dedicarse exclusivamente a la comida chatarra porque todo lo que
figuraba en el menú estaba cocinado con aceite.
-
¿Segura que queres que nos quedemos acá? – Simón
había elegido una mesa pegada al ventanal que daba a la calle y ya se podían
ver las gotas que comenzaban a caer afuera.
-
Si, está perfecto. – me quite el saco y volví a
inspeccionar el acotado menú – Yo quiero una hamburguesa doble, papas con queso
y un helado de caramelo.
-
¿Para tomar?
-
Agua.
Para ese momento ya no puedo contener la risa. Me miro y
se echó a reír.
-
Entiendo. – respiro profundo para calmarse y
llamo a la moza. La chica vino casi corriendo y sus ojos devoraron a Simón
mientras intentaba memorizar la orden. – Y dos vasos de agua por favor.
-
¿Eso es todo?
-
Si, gracias.
Simón sonrió y volvió a centrar su atención en mí. Me
sorprendió un poco porque la chica claramente se había mostrado interesada en
él y la forma en que había contoneado las caderas al retirarse habrían hecho
voltear la vista a cualquiera. A mí no me gustaban las chicas y aún así me
había parecido sexy.
-
Entonces, Merlina, contame un poco sobre vos.
¿Qué más me podes decir que no sepa?
-
Considerando lo poco que nos conocemos creo que
podría decirte mucho.
-
Lo dudo. Soy una persona muy observadora y pude
descubrir algunas cosas.
-
¿A si? – me incline hacia adelante y lo mire
fijamente. Mirar a Simón era de las cosas que más me gustaban, el color de sus
ojos era simplemente fascinante – Contame, ¿Qué descubriste?
-
Bueno, está claro que sos estudiante de primer
año en Arte. No sé cuál es tu especialidad pero a juzgar por tus manos y las pocas
veces que nos vimos diría que Pintura.
Sabía a qué se refería con mis manos, siempre estaban
manchadas de pintura o carbón.
-
¿Qué más?
-
Teniendo en cuenta lo mucho que me costó
ubicarte y que vos misma me lo hayas dicho no sos una persona sociable. Tenes
una meta y queres cumplirla, no viniste a la Universidad a hacer amigos y
tampoco a ir de fiesta.
-
¿Y cómo sabes eso?
-
Jamás te vi en ninguna.
-
¿Y solo por eso lo aseguras?, podríamos haber
estado en el mismo lugar cientos de veces y tan solo no darnos cuenta el uno
del otro. Eso pasa, ¿sabías?, no siempre uno es consciente de todas las
personas que tiene alrededor.
-
No, te hubiese notado. Sé que no salís de noche.
-
¿Por qué estas tan seguro de eso?
-
Solo puedo decirte que nos hubiésemos hablado
mucho antes si frecuentáramos los mismos lugares.
Parecía que Simón no quería darme más información y como
en definitiva estaba en lo cierto, yo no salía a menos que Guillermo me
arrastrara y siempre era para ver alguna banda que le gustaba, cambie de tema.
-
¿Algo más que hayas descubierto sobre mi?
-
Sos imprudente, impulsiva, careces de instinto
de supervivencia y claramente las normas de comportamiento social no significan
nada para vos.
Y así, sin más, Simón soltó una carcajada.
Me había dicho imprudente, impulsiva y que carecía de
instinto de supervivencia y aunque en parte tenía razón ni en un millón de años
lo admitiría. Tampoco iba a negarlo, pero esperaba que mi mirada de muerte le
diera una idea de que no podía pasarse tanto…
-
Se muy bien comportarme socialmente.
-
Tampoco dudo eso, pero se trata de tu forma de
actuar diariamente. Como si ninguna etiqueta importara porque decime ¿Quién
pide el postre junto a su cena?
Y así, sin más, comenzó a reír como un desquiciado.
Si no fuera porque su sonrisa era realmente hermosa lo
hubiese dejado reír por siempre pero creo que mi postura lo hizo callar porque
casi inmediatamente guardo silencio.
-
Ahora que te calmaste – dije cuando lo vi más
controlado - ¿Queres que yo te diga lo que averigüe sobre vos?
La frente de Simón se arrugo y me sorprendió ver que de
repente parecía incómodo y… ¿preocupado?
-
Relájate Simón, sos un estereotipo perfecto, no
tenes de que asustarte. – reí.
-
Sabía que ibas a decir eso y los estereotipos no
son buenos. Sobre todo los que vienen adjuntos con mi cara y apellido.
Era bueno saber que él era consciente de su belleza. Los
chicos como Simón solían jugar con eso, lo usaban como un arma. Aunque ahora
que hacía memoria él nunca había usado su apariencia como forma de seducción
cuando estábamos juntos.
No sabía si ofenderme por eso o sentirme aliviada…
-
Veo que sos consciente de tu imagen – con un
además abarque su cara – pero ¿Por qué hablas de tu apellido?
-
¿Todavía nadie te lo dijo?
-
¿Alguien tenía que decirme algo?
Bueno, esto si era una sorpresa. ¿Por qué el apellido de
Simón era tan importante?, a menos que…
-
¿Quién es tu papá, Simón?
Me encogí en el asiento porque esto no iba a ser bueno.
Lo sabía.
-
Mi papá es…
Y en ese momento, justo en ese momento, la moza llego con
nuestro pedido. Simón guardo silencio y le agradeció mientras dejaba nuestras
cosas en la mesa. La chica aprovechó para presentarse y de forma muy valiente y
descarada le comentó que más tarde habría una fiesta en un lugar que no sabía cuál
era, de una fraternidad que tampoco conocía. Los ignore a ambos y me centré en
mirar hacia afuera.
Había algo en la forma en que las gotas de lluvia
golpeaban el ventanal que era cautivador. Tenía que dibujar eso. La oscuridad,
el reflejo, el agua, el vidrio empañado…
-
¡Merlina!
Volví de mi transe y mire a Simón. Estaba solo, ni rastro
de la moza.
-
¿Qué paso?
-
Nada, te tildaste, ¿todo está bien?
-
Sí, claro, perfecto. – sonreí y agarré mi bolso.
Saque una libreta y un lápiz y rápidamente hice un bosquejo.
-
¿Estás dibujando?
-
Sí, pero es un minuto, ya termino.
No levante la vista hasta que termine. Cerré la libreta y
volví a guardar todo en la cartera. Simón me miraba atentamente, todavía no
había tocado su comida.
-
¿Siempre haces eso?
-
¿Qué cosa? – tome una papa de mi bandeja y me la
lleve a la boca. No me había dado cuenta pero tenía hambre.
-
Ponerte a dibujar así, de la nada.
-
Bueno, no fue de la nada – me estire para
agarrar el helado que estaba en el centro de la mesa – tuve una idea y no
quería perderla.
-
Ya veo…
Simón asintió pensativo y después de quedarse unos
segundos más observándome comer mi helado finalmente se centro en su comida.
Agarro la hamburguesa y le dio un gran bocado. Lo imite y todo el asunto de la
cena se dio en un agradable silencio.
Comimos toda la comida que habíamos pedido e incluso
Simón me ayudo a terminar mi helado. Comento que era muy interesante el
concepto de mezclar lo dulce con lo salado y se noto muy entusiasmado cuando
pidió otro y lo puso en el centro de los dos para que lo compartiéramos.
No fue hasta que terminamos de cenar que decidí volver a
tocar el tema…
-
Está bien si no queres decirme tu apellido
Simón, pero teniendo en cuenta que creíste que ya lo sabía probablemente lo
descubra de todas formas.
-
No, está bien, no es nada grave y como bien
dijiste vas a enterarte tarde o temprano. Mi papá es Teo Mendes. Mi mamá, por
otro lado, es Teresa Amada.
Bueno, quería lucir sorprendida, quería que esos nombres
me dijeran algo, casi estuve a punto de fingir que sabía de lo que estaba
hablando pero eso hubiese sido muy estúpido porque realmente no tenía idea de
quienes eran esas personas...
¿Qué absurdo no?, él tan preocupado y yo tan indiferente
a la mención de aquellas nombres.
Sentí mucha
vergüenza porque por el tiempo que se había tomado Simón para contármelo y la
expresión de seriedad de su rostro eran gente importante.
-
Yo, no sé cómo decir esto – de a poco me fui
hundiendo en la silla – pero no tengo idea quiénes son tus papás Simón…
Era evidente que eran gente importante, no se habría
tardado tanto en decírmelo si no fuera así.
La expresión de Simón fue de la sospecha, la incredulidad
a la confusión en segundos…
-
¿Me estas diciendo en serio?
Asentí. Solo esperaba que sus padres no se dedicaran a la
política o fuesen científicos importantes que estaban a punto de descubrir la
cura del cáncer porque eso me haría lucir verdaderamente ignorante.
-
Por Dios, no puedo creerlo – Simón sonrió –
realmente no tenes ni idea.
-
Bueno, no, y justo ahora me estoy sintiendo
bastante mal al respecto. Si pudieras sacarme de la duda te lo agradecería
porque no me hace sentir bien ser tan ignorante sobre algo que, evidentemente,
debería saber.
La risa de Simón fue tan repentina y tan potente que hizo
que la moza que nos había atendido pegara un salto mientras le tomaba la orden
a una pareja que estaba a unos metros.
Tuve que esperar a que dejara de reír para fulminarlo con
la mirada.
-
¿Qué es tan gracioso?
-
Vos. – sonrió – Y no de una mala manera, sino
que no es que tenes que saberlo, es solo que no me había pasado antes que
alguien me dijera que no los conocen, al menos a uno de los dos. – suspiro – Mi
papá un cantante de rock, tiene una banda pero si su nombre no te suena la
banda tampoco creo que lo haga y mi mamá es, o al menos era, modelo.
Y volvió a reír.
Lo dejé porque yo estaba procesando lo que me había
dicho. ¿Su papá era una estrella de rock y su mamá modelo? ¡¿Este chico era
hijo de gente famosa?!
De repente Simón dejo de reír y se puso serio.
-
¿Pasa algo?
-
Bueno… la verdad es que me tomaste por sorpresa.
¿Tus papás son gente famosa?, ¿eso me queres decir?
-
Si, justamente eso, pero ¿Por qué tenes esa
cara?, pareces preocupada.
-
No, no. Es decir – suspire – no es que este
preocupada pero definitivamente no esperaba eso. ¿Y vos sos conocido como
ellos?, es decir…
-
Si te referís a si estoy pensando en dedicarme a
la música como mi papá o al modelaje como mi mamá la respuesta es no. Todo el
mundo, o al menos la mayoría de las personas, saben quién soy. Soy el único
hijo de mis padres y eso, para gente como ellos, te hace especial, pero estoy
alejado de todo lo que los rodea y a menos que visite a mi papá en una de sus
giras o a mi madre en Europa mi participación en sus vidas es nula. Todos vamos
por caminos separados, las reuniones familiares solo sirven en caso de que
alguno me necesite por cuestiones de imagen o ajustes en lo laboral.
I'm back.