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¡Lo siento!, no quería asustarte, solo buscaba
detenerte antes de que escaparas.
Simón.
Tercera vez que veía al chico en el día y con la primera
ya me había parecido suficiente.
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Hola Simón. – lo salude con un gesto y voltee
para seguir caminando. Tenía que apurarme.
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¡Ey!, ¡espera!, ¿A dónde vas?
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Ese no es tu problema.
Seguí caminando hasta la salida con el chico pegado a mis
talones.
-
Estoy tratando de ser amable, podrías intentarlo
también. Sé que no empezamos bien pero si lo intentaras podríamos ser amigos y…
-
No necesito un amigo. – lo interrumpí – Solo
necesito que me dejes sola.
De reojo vi una figura conocida y el corazón se me
encogió en el pecho.
¡No podía tener tanta mala suerte!, Ignacio estaba a unos
pocos metros y en cuanto lo distinguí, como si supiera, sus ojos se clavaron en
los míos.
-
Ni siquiera me conoces – la voz de Simón me
devolvió a la realidad - No me estás dando la oportunidad de acercarme. Quiero…
¿Qué quería?, nunca lo sabría porque guardó silencio y
nuevamente me tomo por la cintura, solo que esta vez fue con mucha más delicadeza
y en un movimiento rápido me ubico detrás de él. Sin darme tiempo a reaccionar
se irguió en toda su postura.
-
¿Qué haces? – pregunté, confundida.
No llegó a contestarme y tampoco necesité que lo hiciera
porque Ignacio estaba frente a nosotros.
-
Hola chicos, ¿Cómo están?
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¿Qué haces acá?
-
¿Qué forma es esa de tratar a un amigo, Simón?
-
Nosotros no somos amigos - la voz de Simón sonaba
fría – y te pregunté qué hacías acá. ¿La estas siguiendo?
La cara de Ignacio, antes relajada e indiferente, se transformó
del odio. Por un lado era bueno no tener que enfrentarme al chico por segunda
vez en el día, pero por otro estaba odiando a Simón en silencio. Esto me costaría
caro, lo sabía.
-
No seas ridículo, por supuesto que no la estoy
siguiendo, ya no. – los ojos de Ignacio se clavaron en los míos - ¿Cómo estas
Merlina?
No tuve tiempo de contestar porque Simón, sorprendiéndome,
se acercó a Ignacio y lo agarró por la camisa.
-
No vuelvas a dirigirte a ella. Y ahora andate a
menos que quieras tener problemas conmigo.
Lo soltó con violencia y aunque era evidente que Ignacio
quería responder con la misma moneda no lo hizo.
Antes de irse me echó una mirada que lo decía todo. Con Simón
no pero conmigo sería una historia completamente diferente.
-
¡¿Por qué hiciste eso?!
Simón tardo unos segundos y para cuando finalmente volteo
a verme me sorprendió su expresión. Estaba más allá de enojado. Sus ojos, que
por el intenso color solían brillar, estaban como oscurecidos por la rabia y su
expresión dura hacía que sus rasgos lucieran aún más perfectos y amenazantes.
-
No hice nada. – me contestó indiferente - Y
ahora decime que te hizo esta tarde. Vi como te encogías cuando te agarré y por
el comentario de Ignacio resulta evidente. ¿Qué paso?
Abrí los ojos sorprendida y guarde silencio.
Estaba buscando la mejor forma de salir de esto cuando
alguien apoyó su mano en mi hombro. Esta vez no me asusté, sabía quién era.
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¿Quién es él?
Voltee para ver a Luca y sonreí para tranquilizarlo,
miraba a Simón como si quisiera arrancarle los ojos.
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Simón, un compañero de la Universidad. ¿Ya están
las bebidas?
-
Si, hace un rato largo. – los ojos de Luca
dejaron de taladrar a Simón y se suavizaron al verme - ¿Vamos?, el concierto
esta por empezar.
-
Sí, vamos. Nos vemos Simón.
Solo lo miré un segundo antes de que Luca me tomara de la
mano para arrastrarme con él, pero ese segundo fue suficiente para distinguir
la expresión de molestia y desconcierto en la cara de Simón.
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