Ver a Simón pelear con alguien me había dejado
impresionada, por eso no fui la primera en reaccionar.
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¿Están bien? – Simón nos miro, pero sus ojos
finalmente quedaron fijos en la chica que, lamentablemente, ya tenía una marca
roja en su mejilla.
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Sí, claro, estoy bien – la chica, que tenía una
voz muy femenina y suave, nos miro - ¿Ustedes están bien?
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Si, por supuesto – todos la miramos confundidos – tenemos que ir a la enfermería, el golpe
se te esta hinchando y…
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No – nos interrumpió – en el cuarto tengo un poco de
hielo. Aparte tengo una clase justo ahora así que si me disculpan…
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Nada de eso – Simón, sorprendiéndonos a las
tres, se paro delante de ella y le prohibió avanzar – tenes que ir a la
enfermería y después a la oficina del decano a hacer la denuncia.
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¿Denuncia? – la chica no pudo ocultar la sonrisa
– mi compañera de cuarto viene denunciando a ese idiota hace meses y nadie hizo
nada, no creo que mi pobre cuento vaya a hacer alguna diferencia – suspiro –
supongo que es hijo de alguien importante. Ahora, realmente les agradezco su
ayuda pero voy tarde.
Y, sin decir más, esquivo a Simón y entro al edificio.
Los tres nos quedamos viendo su pelo largo y castaño enredado en un moño desaparecer
cuando doblo en un pasillo.
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Se fue. Acaban de golpearla y se fue como si
nada.
Mire a Simón y asentí. Estaba tan conmocionado como yo lo
estaba.
No me consideraba una persona particularmente sensible pero yo, en su
lugar, estaría llorando o al borde de una crisis nerviosa. Alguien la había
golpeado y, lo que era peor, tenía una marca como recordatorio de eso.
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A mí no me sorprende que se haya ido así – Simón
y yo miramos a Ema que, como nosotros, seguía mirando el punto en donde la
chica había desaparecido - ¿es que acaso no le vieron las marcas que tenía en
las manos? Y creo que tenía las mismas en las muñecas, no estoy segura.
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¿Marcas?, ¿Qué marcas? – preguntó Simón.
-
Eran como arañazos pero más profundos, estaba
llena de ellos.
Trate de recordar pero la verdad es que no había prestado
atención a sus manos y, por lo visto, Simón tampoco.
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Chicos, ¡por dios! Eran increíblemente notorias…
-
Yo no las vi – confesé – estaba preocupada
mirándole el rostro.
-
Es comprensible – Ema suspiro – nadie es tan
detallista como yo aunque, lo admito, en este caso no pasaba por un detalle.
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¿La conocen? – Simón me miró y después de que
negué miro a Ema quien también negó – no importa, sabemos que su compañera de
cuarto salía con Ignacio. Eso es suficiente.
Y entonces comprendí que para mi amigo no había terminado. Iba a buscar a esa chica.
Estaba pensando en lo increíble que era Simón
cuando sentí a alguien a mis espaldas. No sabía cómo pero sabía que era él.
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¡Sam!
Como siempre, Ema corrió a los brazos de su hermano y yo,
en lugar de voltear, murmure una disculpa y seguí el mismo camino que la chica de ojos oscuros. A mi no me habían me habían golpeado pero aún así huía.