5.4.17

C40

Estuve entre los brazos de Sam lo que parecieron horas, aunque probablemente hayan sido solo unos pocos minutos, por eso cuando me soltó tan de golpe el frío me golpeó con fuerza.
-          ¡¿En dónde diablos estabas?! ¿sabes la preocupación que tenía?, no contestaste tu teléfono, nadie te vio salir, tampoco viniste directo a los dormitorios, ¿Qué estabas haciendo? ¡¿Cómo pudiste hacerme algo así?
-          Me estas lastimando...
De golpe Sam me soltó. Mientras me gritaba reproches seguramente no se había dado cuenta pero me tenía agarrada de los brazos muy fuerte. Se lo notaba arrepentido, pero no por eso la intensidad de sus ojos grises había bajado. Había reproche en ellos, mucho, mucho reproche.
-          No creí que tuviese que avisarle a nadie que me iba. Fui a dar una vuelta por el centro, no fue nada grave. Lamento haberte preocupado pero no creí que necesitara avisarte.
-          Por supuesto que necesitas avisarme. Jamás había estado tan asustado por alguien como cuando no te encontré en el bar y al preguntar nadie sabía dónde estabas ni te había visto salir. No podes irte sola Oriel, no podes hacerme una cosa así. Estamos juntos. Entendelo de una vez, vos y yo estamos juntos y eso significa que tenes que considerarme cada vez que des un movimiento.
-          Nosotros no estamos juntos. – apreté la mandíbula con fuerza y lo miré mal – No lo estamos; y si fueras honesto con vos mismo admitirías que no notaste mi ausencia porque estuviste hablando con Helena apartado del grupo. No es de mi incumbencia lo que hayas compartido con ella pero no podes hacerme ningún reproche después de eso.
-          Te equivocas. Si es de tu incumbencia; todo lo que yo haga y te moleste o te llame la atención lo es. Estaba apartado con Helena porque no quería armar un escándalo ni exponerte a uno al momento de aclararle que no podía tratarte así. Helena es una chica difícil y peligrosa, si no le dejaba en claro algunas cosas te iba a seguir provocando y creeme cuando te digo que sabe como generar momentos difíciles para otros.
-          Te creo, fui testigo de uno de ellos.
Los ojos de Sam brillaron de la vergüenza.
Ahora él era un chico tan transparente para mí...
Eso era un poco increíble. Samuel siempre me había resultado un misterio, pero desde que las cosas habían cambiado entre nosotros había aprendido a leer su estado de ánimo en sus ojos. Eran increíblemente expresivos y estaba segura de que él me permitía verlo porque quería. Se trataba de nosotros y había hecho algo para levantar la barrera que lo separaba del mundo solo para que yo supiese que no estaba mintiendo.
Eso hacía todo tan sencillo, tan real y daba tanto miedo…
-          Tenes razón. – respire profundo e intente calmarme. Estaba siendo inmadura y lo sabía – Tendría que haber confiado en vos y no haberme alejado así. Estuvo mal no decirle a nadie donde estaba pero creeme que esa parte no fue apropósito, es solo que nunca antes tuve que dar explicaciones por nada y me cuesta entender que tal vez ahora tenga que hacerlo.
-          Lo sé. – Sam dio un paso hacia mí y tomo mis manos entre las suyas. Estaban heladas. – Pero ahora me tenes a mí, nos tenes a nosotros. Ema, Simón… todos estábamos muy preocupados. Lo nuestro va enserio Oriel y si no empezas a abrirte y a entenderlo dudo que funcione. Voy a dar todo de mí pero tenes que dejarme entrar, no dejes que el miedo te venza. Sos una chica fuerte, no voy a permitir que la inseguridad arruine esto. – miro nuestras manos unidas y suspiro – Te voy a dar lo que necesitas para que confiés en mi pero no me dejes afuera. Simplemente no lo hagas.
Cuando sus ojos volvieron a enfocarse en los míos creí que el mundo temblaba a mis pies.
Sin pensarlo rodee su cuello, acerque sus labios a los míos y lo bese. Sentí la sonrisa de Sam sobre mi boca y eso fue todo, supe que no había vuelta atrás.