28.11.16

C31

Ver a Simón pelear con alguien me había dejado impresionada, por eso no fui la primera en reaccionar. 
-          ¿Están bien? – Simón nos miro, pero sus ojos finalmente quedaron fijos en la chica que, lamentablemente, ya tenía una marca roja en su mejilla.
-          Sí, claro, estoy bien – la chica, que tenía una voz muy femenina y suave, nos miro - ¿Ustedes están bien?
-          Si, por supuesto – todos la miramos confundidos – tenemos que ir a la enfermería, el golpe se te esta hinchando y…
-          No – nos interrumpió – en el cuarto tengo un poco de hielo. Aparte tengo una clase justo ahora así que si me disculpan…
-          Nada de eso – Simón, sorprendiéndonos a las tres, se paro delante de ella y le prohibió avanzar – tenes que ir a la enfermería y después a la oficina del decano a hacer la denuncia.
-          ¿Denuncia? – la chica no pudo ocultar la sonrisa – mi compañera de cuarto viene denunciando a ese idiota hace meses y nadie hizo nada, no creo que mi pobre cuento vaya a hacer alguna diferencia – suspiro – supongo que es hijo de alguien importante. Ahora, realmente les agradezco su ayuda pero voy tarde.
Y, sin decir más, esquivo a Simón y entro al edificio.
Los tres nos quedamos viendo su pelo largo y castaño enredado en un moño desaparecer cuando doblo en un pasillo.
-          Se fue. Acaban de golpearla y se fue como si nada.
Mire a Simón y asentí. Estaba tan conmocionado como yo lo estaba. 
No me consideraba una persona particularmente sensible pero yo, en su lugar, estaría llorando o al borde de una crisis nerviosa. Alguien la había golpeado y, lo que era peor, tenía una marca como recordatorio de eso.
-          A mí no me sorprende que se haya ido así – Simón y yo miramos a Ema que, como nosotros, seguía mirando el punto en donde la chica había desaparecido - ¿es que acaso no le vieron las marcas que tenía en las manos? Y creo que tenía las mismas en las muñecas, no estoy segura.
-          ¿Marcas?, ¿Qué marcas? – preguntó Simón.
-          Eran como arañazos pero más profundos, estaba llena de ellos.
Trate de recordar pero la verdad es que no había prestado atención a sus manos y, por lo visto, Simón tampoco.
-          Chicos, ¡por dios! Eran increíblemente notorias…
-          Yo no las vi – confesé – estaba preocupada mirándole el rostro.
-          Es comprensible – Ema suspiro – nadie es tan detallista como yo aunque, lo admito, en este caso no pasaba por un detalle.
-          ¿La conocen? – Simón me miró y después de que negué miro a Ema quien también negó – no importa, sabemos que su compañera de cuarto salía con Ignacio. Eso es suficiente.
Y entonces comprendí que para mi amigo no había terminado. Iba a buscar a esa chica. 
Estaba pensando en lo increíble que era Simón cuando sentí a alguien a mis espaldas. No sabía cómo pero sabía que era él.
-          ¡Sam!
Como siempre, Ema corrió a los brazos de su hermano y yo, en lugar de voltear, murmure una disculpa y seguí el mismo camino que la chica de ojos oscuros. A mi no me habían me habían golpeado pero aún así huía.

Historia2 C1

El chico era estúpido, mucho más estúpido de lo que me había parecido la primera vez que tuvo el coraje de meterse en mi habitación buscando a mi compañera de cuarto.
-          Te dije que no se en donde esta – suspire – y aunque supiera no te lo diría. A millas de distancia es evidente que tenes problemas de temperamento.
Sabía que no había sido el comentario más acertado, pero no me arrepentía. De lo que si me arrepentiría era de la marca que me estaba por dejar porque de un momento a otro su puño dio de lleno en mi frente. Literalmente vi colores y hubiese caído al piso (el muy imbécil había elegido ese momento para soltarme) si no fuese porque unos brazos me sujetaron.
-          ¡Dios! ¡¿estás bien?! Oriel, hay que llevarla a enfermería, hay que…
-          No pasa nada, estoy bien.
Interrumpí a la chica que me había estado sujetando y, con una mano en mi frente, me incorporé. El chico no me había pegado tan fuerte, pero me quedaría una marca y eso le costaría caro. Estaba a punto de devolverle el golpe (lo sé, la idea no para nada inteligente ni madura considerando que era el doble de mi tamaño) cuando vi que alguien ya estaba ocupando mi lugar.
Un chico alto, rubio y vestido como si fuese a caminar por una pasarela lo tenía agarrado por la camisa y le gritaba como no había escuchado gritar a alguien en años…
-          ¡No vuelvas a tocarla! ¡y ni se te ocurra aparecer en entrenamiento hoy porque estas expulsado, por mi vida que no vas a jugar un solo partido más en esta Universidad!
Y, después de decir aquello, lo arrojó al piso. Hubiese aplaudido, la escena había sido digna de aplauso, pero justo en ese momento el chico rubio y alto me miro y chau pensamientos, me congelé. Tenía los ojos más celestes que había visto jamás y su expresión de preocupación me puso tan incómoda que tuve que mirar para otro lado.




22.11.16

C30

-          Por supuesto que se que fue culpa de mi hermano – Ema tomo un sorbo de su café y me miro con pena – Sam es un poco impulsivo y no midió las consecuencias al besarte en un lugar público, en donde estaba esa zorra de…
-          Ema – la interrumpí – no la nombres por favor porque, como ayer, ahora también estamos en un lugar público – me hundí más en el banco que estaba ubicado cerca de la entrada de la Facultad – y te repito que yo no le estoy echando la culpa a tu hermano, no es como si me hubiese negado.
Ema me miró sonriendo…
Era increíble que después de haberla esperado casi toda la noche me hubiese quedado dormida y fuese ella quien me despertó esta mañana con la misma sonrisa dibujada en sus labios para invitarme a desayunar y hablar del tema.
Había estado tan preocupada y asustada de su reacción que todavía no podía creer que hubiese sido tan abierta, considerada y comprensiva. Si en algo Samuel no se había equivocado era en decir que incluso Ema había estado esperando que esto sucediera.
-          Como si hubieses podido evitarlo – mi amiga me rodeo con el brazo que tenía libre – se que no hiciste nada para provocarlo y eso es lo que importa. Hace semanas que veo la forma en que mi hermano te mira y solo estaba esperando que llegara el momento en que hiciera algo. Ayer, finalmente, lo hizo.
-          ¿Y no estás enojada?
-          ¡Por supuesto que no! – rió – lo esperaba, y lo esperaba con ansias, solo lamento que a vos no te interese como yo creí que te interesaba.
Perpleja, mire a Ema, ¿a ella no le importaba que me hubiese besado con Samuel?, era increíblemente celosa de su hermano y no la había visto aceptar a ninguna de las chicas que, desde que los conocía, se le habían acercado.
-          Si te estás preguntando por que con vos es diferente – sonrió – en tus pregunta tenes la respuesta. Siempre supe que mi hermano no te interesaba, o al menos que yo te interesaba más que él y eso, para mí, es lo único que importa.
-          ¡Por supuesto que me interesas más que él! – suspire - es decir, es tu familia, quiero lo mejor para toda tu familia, pero vos sos mi amiga Ema, no ellos.
-          Y eso – la sonrisa de Ema se hizo aún más grande, cosa que humanamente no parecía ser posible – es lo que te hizo especial.
Suspire, nunca entendería porque Ema se valoraba tan poco, pero en definitiva yo no tenía mucha idea sobre sus relaciones pasadas y solo podía agradecer que entendiera que, sobre todo, yo valoraba nuestra amistad y que no haría nada para ponerla en riesgo.
-          Ahora – la sonrisa de Ema desapareció - ¿realmente no te gusta mi hermano?, ¿ni un poco?, se que te sentís atraída por él, todas las chicas se sienten atraídas por Sam, pero yo me refiero a otra cosa…
Estaba buscando la mejor forma de expresarle lo que en verdad sentía por Samuel cuando un grito nos sobresaltó a ambas. Una pareja estaba discutiendo en la puerta de entrada de la Facultad y la cosa no parecía ir muy bien. El chico, que me resultaba vagamente familiar, tenía a la chica agarrada por la muñeca y ella, que si bien parecía muy tranquila, no dejaba de forcejear para soltarse.
-          Ese chico es Ignacio, el amigo de mi hermano.
¡Claro! ¡de ahí lo conocía!, lo había visto en casa de Simón y durante los partidos, estaba segura de que también formaba parte del equipo.
-          Si, lo reconozco, pero a ella no.
-          Yo tampoco y la cosa no se ve muy bien.
No, no se veía para nada bien, la chica no gritaba y tenía expresión relajada, pero Ignacio parecía un poco fuera de sí y seguía gritando cosas que nosotras, a esta distancia, no podíamos distinguir. Estaba pensando en intervenir, alguien tenía que hacer algo, cuando una figura conocida apreció por la puerta de la Facultad y, sin dudarlo, se acercó a ellos.
-          ¡Perfecto! ahí está Simón – Ema suspiró – él va a hacerse cargo, nos salvamos.
-          Igual vamos, puede que termine necesitando nuestra ayuda.
Tome del brazo a Ema y tire de el para que caminara conmigo.
-          ¿Simón?, ¡Por dios Oriel!, ¡como si Simón fuese a necesitar nuestra ayuda!
Ema tenía razón, pero eso no significaba que me gustara ver a mi amigo metido en el medio de una pelea de pareja. Ese tal Ignacio era algo intimidante y no parecía estar en su mejor momento.

11.11.16

C29

El dijo lo que yo ya sabía.
Si caía en la tentación de permitirme salir con Samuel las cosas terminarían mal y mi papel se reduciría a la pobre víctima.
Cada chica que había desfilado ante mis ojos en los últimos meses había terminado formando parte de una colección y yo ni siquiera me parecía a ninguna de ellas. Era tan común y corriente que nadie dudaría de rotularme como el experimento. Ni siquiera quedaría como un recuerdo de la colección, sino como la excepción fallida.
-          Quiero que te vayas. – dije al fin, tratando con todas mis fuerzas de parecer segura.
-          No me voy a ir hasta que me permitas hablar sobre esto. Imagino lo que debes estar pensando y quiero retractarme de haber usado esa palabra, nosotros…
-          No hay ningún nosotros – lo interrumpí – quiero que te vayas y me dejes tranquila porque no me interesas. Nada de lo que tengas para decirme me interesa.
-          No puedo creer eso.
¡Mierda!
Samuel era demasiado confiado en si mismo y tenía tanta seguridad al hablar que si yo no jugaba fuerte no iba a dar marcha atrás. Iba a tener que jugar con la crueldad y eso nunca terminaba bien…
-          No te voy a negar que me atraes – puse los ojos en blanco. Esa era una obviedad – pero eso no cambia nada. No tenemos nada en común y como la apariencia no es lo único que me importa hasta ahí llega lo que siento por vos.
-          Sé que no estás siendo sincera, compartimos lo suficiente como para saber que me estas ocultando algo.
-          ¡No te estoy ocultando nada! – grité - Crees que me conoces pero no es así; sin embargo yo si te conozco y muy bien. Como dijiste, compartimos lo suficiente como para saber que no tengo que involucrarme en esto. Podrá haber una lista interminable de chicas esperando a que las mires pero no es mi caso, me respeto lo suficiente como para eso.
Los ojos grises de Samuel antes cálidos y casi suplicantes se oscurecieron de repente y cada músculo de su cuerpo se tensó. 
Sabía que lo que estaba a punto de decir era ir muy lejos pero ya era tarde como para dar marcha atrás
-          Chicos como vos solo significan problemas – dije – y sin importar lo lindo que seas y lo imponente de tu apellido para mí nada va a empañar las cosas que se, lo que vi mientras vos creías que no estaba prestando atención, así que no mientas. Esto – nos señale a ambos – es una mentira y vos y yo lo sabemos bien.
Tardo en contestar, los ojos grises de Samuel me taladraron lo que para mi fueron minutos y minutos eternos de nervios y agonía, pero cuando finalmente rompió el silencio la mirada de desprecio que me dio ya me parecía suficiente… 
-          Tenes toda la razón. Además, no es como si valieras tanto esfuerzo.
El impacto de sus palabras tardo en llegar y para cuando sentí la vergüenza Samuel ya se había ido dando un portazo.
Me quede inmóvil, en el mismo lugar en donde me había dejado, al menos diez minutos, haciendo un esfuerzo bastante considerable para contener las lágrimas… 
“No es como si valieras tanto esfuerzo”
Eran esas palabras las que dolían porque a esto me refería cuando decía que jugar con la crueldad era peligroso, volvía como un espejo.
Pensar que la amabilidad, los momentos divertidos, los gestos y la persona compasiva y sensible que había demostrado ser Samuel el último tiempo podían llegar a ser una mentira resultaba impactante porque ahora entendía que tal vez todo había formado parte del “esfuerzo” por ver hasta donde llegaba, hasta donde lo dejaba ir.
¿Siempre me había estado poniendo a prueba?
Me sentía estúpida por no haber pensado en esa posibilidad antes y me asustaba pensar en cómo enfrentar a Ema cuando finalmente apareciera, por eso hice un esfuerzo para componerme y dejar de auto compadecerme ya que era muy consciente de que eso no ayudaría en nada. 
Además tenía 19 años, podía permitirme equivocarme de vez en cuando, ¿cierto?






6.11.16

C28

Esta tenía que ser la lección que la vida había guardado para mí. Por supuesto que lo era, la ironía de esto era muy evidente como para no notarlo…
-          Te estoy diciendo que a mi hermana no le importa, que no vas a perderla. Me conoce, siempre vas a ser la victima ante sus ojos, creeme.
Y era cierto, hasta lo había hablado con Ema, ella adoraba a esta chica y por nada del mundo quería que yo lo arruinara, por eso me había tomado tanto tiempo hacer algo. Por eso aún sabiendo lo que quería había intentado enfocarme en otras cosas, tomar distancia.
No iba a dejar que Oriel arruinara el momento una vez que me armaba de valor como para confesarle lo que sentía.
Que me muera ahora si no era la primer mujer a la que le hacía este planteo tan cursi y solo lo hacía porque sabía que valía la pena...
-          Se que en cuanto te aburras de esto me voy a quedar sola. – la voz de Oriel sonaba dolida. Lejana. - No importa lo que diga Ema ahora, sos su hermano y todo este tiempo que compartimos me mostro lo suficiente como para saber que tengo que mantenerme alejada. No quiero ser la victima de nada. Ese no es mi estilo.
-           No quise decir eso, lo que quise decir fue que…
-          No importa lo que hayas querido decir, importa lo que dijiste y si usaste esa palabra es por algo.


C27

Fue Simón quien rompió el silencio.
-          ¡¿Qué haces entrando así?! ¡la asustaste!
-          Perdón – los ojos de Samuel me buscaron y se quedaron clavados en mí. – Lo siento, no quise asustarte pero venia apurado y no pensé antes de entrar.
-          ¡Claro que no pensaste! – salí de detrás de Simón y lo enfrenté -  ¿Quién te dio derecho a entrar así en una habitación privada?
-          Es la habitación de mi hermana.
Ya no parecía tan arrepentido y de repente sus ojos ya no estaban en mí sino en Simón.
-          Pero yo no soy tu hermana.
-          Eso ya lo sabemos – volvió a mirarme – lo dejamos bien en claro hace unas horas, ¿no te parece?
Sentí como las mejillas se me ponían rojas de la vergüenza y cerré los puños con fuerza. Me estaba provocando, pero no fui yo quien respondió a su jugada, sino Simón, que antes detrás de mí no perdió la oportunidad para volver a plantarse como un escudo.
-          Calmate. No te desubiques.
-          No soy yo el que se está desubicando – los ojos grises de Samuel estaban fijos en su mejor amigo y yo empezaba a sentir que nada de lo que estaba por venir terminaría bien.
-          Como siempre te estas precipitando, pero como te conozco voy a hacer caso omiso a tu delirio.
-          Que estés tocando a la chica que estuve besando hace apenas un par de horas no me hace un delirante. No es que no lo hayamos compartido en el pasado, pero estaba casi seguro de que esta vez no funcionaría. O al menos de que ella no se dejaría.
Muchas cosas estaban mal de lo que había dicho Samuel, pero la que había hecho que saliera del escudo que Simón me ofrecía había sido su ofensa hacía mi persona. Ellos podrían haber manejado los códigos que quisieran, pero yo no pensaba quedar en el medio.
Me acerque y le hice frente. Era mucho más alto que yo por lo que tuve que erguirme en toda mi postura, pero eso no impidió que mi tono de voz sonara helado.
-          Restractate. Retractate ahora.
-          ¿De qué me tengo que retractar?
-          Sabes bien de lo que hablo. Te estoy dando la oportunidad de que des marcha atrás. Hacelo.
-          Agradezco tu oportunidad, pero no tengo nada de que retractarme. Acabo de llegar y por muy brusca que haya sido mi entrada no podemos pasar por alto el momento íntimo que ustedes dos estaban viviendo.
-          Simón es mi amigo, podemos vivir todos los momentos íntimos que querramos juntos, pero vos no estás hablando de ese tipo de intimidad y tus insinuaciones son ofensivas.
Los ojos grises de Samuel eran fríos como el hielo. Sabía que estaba teniendo una lucha interna, en los últimos meses había aprendido que no era una mala persona y que en realidad todos esos malos modales que usaba se debían a quien era y lo mucho que le costaba cuidar de su hermana y cargar el apellido y por eso quería que se retractara, porque de no hacerlo solo estaría rompiendo la imagen medianamente decente que comenzaba a tener de él...
-          Está bien, lo lamento, me deje llevar, lo dije que no estuvo bien.
Suspire aliviada. Samuel miró a su mejor amigo y voltee para ver a Simón que asentía comprensivo.
-          Pero ahora quisiera que hablemos – Samuel volvió a mirarme – solos.
-          No creo que eso sea una buena idea – me mordí el labio – la realidad es que no tenemos mucho de qué hablar y salvando el error que cometimos hace un rato no hay nada que nos una. Nunca lo hubo. Yo solo soy la mejor amiga de tu hermana.
Hice énfasis en mis últimas palabras y no corte el contacto visual para que le quedara bien claro.
También lo había dicho delante de Simón porque quería que también supiera que estaba arrepentida de cómo había actuado esta noche. Dejarme llevar por un chico lindo no era mi estilo y bajo ningún punto me parecía que estaba bien si encima ese chico tenía novia.
-          Simón, andate por favor.
-          Me parece que Oriel no quiere…
-          Te estoy diciendo que te vayas. Dejanos.
Samuel abrió la puerta e invito a Simón a retirarse, voltee para mirarlo y él, con un gesto de disculpas, me dejo sola con él.
No podía creerlo, simplemente no podía creerlo…
-          ¿Por qué haces esto? Estar solos no es una buena idea, esto nos va a traer problemas. – dije enojada.
-          ¿Por qué nos va a traer problemas?, no estamos haciendo nada malo. No hicimos nada malo.
Los ojos de Samuel estaban fijos en mí y su mirada intensa solo me ponía más nerviosa, me confundía. No podía dejarme llevar por su perfecta apariencia y todas las cosas que había hecho por mí en los últimos meses porque al  final perdería; yo, de todos, era la que más tenía para perder. Su hermana era mi mejor amiga, mi única amiga, y su mejor amigo me había confesado que sentía cosas por mí y aunque Simón me había prometido que no me dejaría sola si las cosas entre Samuel y yo salían mal (que era lo más seguro) sabía perfectamente que lado elegiría.
-          Lo hicimos y lo estamos haciendo. Tenes novia y yo soy la mejor amiga de tu hermana. Lo que paso en la fiesta fue un impulso, nada importante, lo mejor es explicarle a Ema antes de que se entere por otros y se enoje con nosotros.
-          Primero, no tengo novia, Helena no es nada mío. – dijo entre dientes - Segundo, no tenemos nada que explicarle a Ema, probablemente no te diste cuenta pero hace meses que ella está esperando que esto pase; si de algo tenemos que hablar es de nosotros, de lo que sentimos el uno por el otro y lo que pensamos hacer al respecto.
Abrí los ojos sorprendida.
-          Nosotros no sentimos nada por el otro – cerré los ojos e intente enfocarme – ese beso fue algo del momento, nada importante, no quiero arruinar nada y definitivamente con esto vamos a hacerlo. Tomemos distancia, por favor… no quiero perder a Ema.
-          Esto… esto es increíble, malditamente increíble.
Bueno, si antes se estaba controlando ahora definitivamente estaba enojado.

1.11.16

C26

Estar en la misma habitación que Simón era difícil, la vergüenza me quemaba por dentro aunque sabía que no había hecho nada malo; al menos no en teoría. 
El silencio era incómodo pero lo prefería a comenzar a decir cosas sin sentido que solo me harían sentir más humillada.
Habíamos estado así por lo menos veinte minutos, Simón sentado en mi cama mientras yo doblaba toda la ropa que Ema había dejado tirada, cuando finalmente habló.
-          ¿Cuánto tiempo más vamos a hacer esto? – se había incorporado y me fruncía el ceño.
-          ¿Hacer qué?
-          Pretender que no paso nada.
-          Es que no paso nada – remarqué – y ya te dije que no tenes porque quedarte a hacerme de guardaespaldas. Me trajiste sana y salva, podes volver a la fiesta Simón. No necesito una niñera.
-          Y yo no pretendo ser una, estoy acá porque quiero. Es más, quiero que hablemos, deja de ordenar lo que no te corresponde y habla conmigo.
-          ¿Y de que queres hablar? ¿del desastre que acabo de armar? – solté el vestido que tenía entre manos y lo miré enojada – porque honestamente me cuesta reproducir la situación en mi mente, está bastante claro que lo que hice estuvo mal pero si estas esperando el momento para tirármelo en la cara no lo desaproveches, es este.
Cerré los ojos y suspiré. No quería ser tan dura con Simón pero, de todas, su opinión era la que más me importaba, por eso me dolía saber que su impresión sobre mi seguramente había cambiado…
-          No hagas esto – Simón se paró de golpe y me miro enojado – no lo conviertas en tu desastre. Era algo que iba a pasar, todos lo sabíamos, solo lamento no haber estado cerca para prevenir que sea en el peor momento.
-          Vos no… - me detuve de golpe. ¿Había escuchado bien? - ¿Cómo que era algo que iba a pasar y todos lo sabían?
-          Sam te está siguiendo hace meses, tarde en notarlo porque esta vez fue diferente y para cuando lo hice ya era demasiado tarde. Porque esta noche debería haber sido yo y ambos lo sabemos.
Quede como piedra. Era mucha información para procesar y los ojos claros de Simón no me dejaban pensar con claridad. Solo podía estar de acuerdo con él en una cosa, y esa cosa hacía que el corazón me latiera a toda prisa…
Simón debería de haber ocupado el lugar de Samuel esta noche, siempre debería haber sido Simón…
Al comprender algo tan simple y que me resultaba tan natural como eso tuve que romper el contacto visual y me di la vuelta.
¡Dios! ¡¿Cómo no me había dado cuenta antes?!
-          No te sientas mal Oriel, no es como si ninguno de nosotros hubiese podido evitarlo.
-          No digas eso, yo podría haberme dado cuenta antes, podría haber hecho algo, podría…
-          No, conozco a Samuel desde que somos chicos y cuando quiere algo lo consigue. Sino como pensas que me hice esto. – con una sonrisa me señalo la pequeña cicatriz que tenía en la frente.
-          ¡¿Y eso que importa?! Yo no soy como un objeto que él pueda conseguir, solo cometí el error de permanecer muy cerca, sabía que era peligroso y debería de haberlo evitado, es mi culpa, yo cause esto.
-          No, no pienses que lo podrías haber evitado porque era imposible. Creeme, yo lo sé mejor que nadie y era el que más tenía para perder.
-          Lo dudo. No soy tan especial. Creeme.
Voltee para mirarlo a los ojos y que se diera cuenta. Sí, me quería a mi misma y tenía muchas virtudes, pero tampoco era tan especial ni la chica que Simón merecía y por mucho que lo deseara tampoco sentía por Simón otra cosa más que cariño de hermanos.
-          No soporto que te pongas en ese papel. Mostrando tanto ímpetu en cada oportunidad que se te presenta pero cuando se trata de mí, cuando se trata de Sam simplemente no tenes ni idea. – Simón se acercó y se agachó lo suficiente como para que sus ojos quedaran a la altura de los míos – No podes pensar que alguien no te merece. En todo caso debería ser al revés. Nosotros no te merecemos; al menos se que yo no lo hago, pero igual quiero mantenerte cerca – sonrió – me haces bien, gracias a vos soy mejor persona y te aseguro que no soy el único que puede decir eso.
Esto era tan típico de Simón. Siempre defendiéndome, haciéndome sentir bien, diciéndome lo buena e increíble que él creía que era…
Porque admitámoslo, no era ni la mitad de especial de lo que él decía pero resultaba reconfortante que alguien pensara así de mí. Por eso lo necesitaba, por eso no podía arriesgarme a perderlo, Simón se había vuelto parte esencial de mi vida; si podía ver más allá de la atracción que sentía por él era porque lo necesitaba. Jamás se lo admitiría a nadie, necesitar era una palabra que odiaba, pero tenía que ser consciente de mis debilidades y aparentemente él era una.
No sé que habrá visto Simón, si se habrá notado lo que estaba pensando, porque en un instante lo tenía sobre mí, rodeándome con sus brazos. Al principio me sorprendí, no estaba acostumbrada a los abrazos, pero hice un esfuerzo y me relaje. Podía escuchar los latidos de su corazón que iban tan deprisa como los míos.
-          Hubiésemos sido increíbles juntos. – las palabras de Simón hicieron eco en su pecho.
-          Somos increíbles ahora.
Escuché su risa y me relaje. Todavía tenía un desastre que arreglar, pero saber que contaba con algo sólido como mi amistad con Simón hacía todo más sencillo.
Mi actuar de esta noche podría haberme dejado sola. No estaba segura de cuál sería la reacción de Ema al enterarse sobre mi beso con su hermano, tenía a una chica nada contenta conmigo que seguramente me estaba buscando y de Samuel se podía esperar cualquier cosa, por eso no tenía más que sentirme agradecida de que Simón no me dejara.
Me estaba separando de Simón cuando la puerta se abrió con un golpe. Del susto pegue un salto y Simón, que casi me tenía en brazos, me levanto, literalmente, hasta ubicarme a su espalda. Estaba asustada, realmente asustada, pero igual me sorprendí muchísimo cuando la figura de Samuel se materializo frente a nosotros.