27.1.18

Historia2 C18

La mirada en el rostro de Merlina no era buena. Las personas que solían descubrir quién era se tomaban el asunto con mucho entusiasmo y, en muchas ocasiones, me había ayudado a obtener lo que quería de forma más fácil y rápida.
Pero era evidentemente que con ella no sucedería ninguna ambas. Parecía incomoda y nerviosa y eso que ni siquiera sabía quién era mi padre en realidad; algo que agradecía completamente porque si se ponía así sin saberlo realmente no quería imaginar cómo reaccionaría si se enteraba de que era una leyenda del rock…
-          ¿Segura que estas bien?
-          Sí, claro. – simulo una sonrisa que no pudo engañarme. Estaba incómoda. - ¿Vamos?
Lo sabía. No la conocía pero de repente esta chica era tan sencilla de leer para mí. La miraba a los ojos y sabía lo que estaba sintiendo.
-          Si, vamos. ¿Queres que te acompañe a los dormitorios o que caminemos un poco antes de volver?
-          Quisiera volver a los dormitorio, es tarde y estoy cansada.
Asentí y en silencio los dos nos preparamos para salir a la lluvia.
Quise pagar la cena pero Merlina no me dejó. Casi hace un escándalo y solo se conformo cuando acorde que al menos podíamos pagar a medias. Ninguna chica alguna vez me había hecho eso.
Afuera ni siquiera hizo un amague para abrigarse, solo se puso la chaqueta y camino con calma bajo la lluvia. Yo tampoco había traído un paraguas y aunque me estaba congelado no quería ser menos y me acople a su paso.
No pude evitar aprovechar el momento para mirarla con mayor detenimiento. Tenía la piel blanca enrojecida por el frío. Su pelo castaño estaba pegado a su espalda y podía decirse que era largo ya que le llegaba a la cintura. Era linda, realmente linda. Ojos grandes y oscuros, labios rellenos y nariz pequeña. Alta, lo suficiente como para llegar a la altura de mis hombros y eso era decir bastante, y por la forma en la que la ropa se le pegaba al cuerpo era delgada. Tal vez en ese punto un poco demasiado pero tenía peso en todos los lugares correctos. Sus piernas, por lejos, eran lo que más me gustaba. Largas, siempre descubiertas cuando llevaba prendas cortas y las gotas de lluvia resbalando sobre su piel solo me tentaban a estirar la mano para poder…
-          ¿No tenes frio? – la voz de Merlina me devolvió a la realidad.
La miré. Era más que linda. Así, natural, era hermosa.
-          Un poco, pero ya casi llegamos. – contesté, agradecido de que su voz me hubiese sacado de la dirección que comenzaban a tomar mis pensamientos.
Aunque estaba empapado me saque el saco y lo puse sobre sus hombros. Ella me miro sorprendida e iba a decir algo, pero pareció arrepentirse porque se limito a asentir y regalarme una sonrisa como forma de agradecimiento. Mire sus labios por un segundo y luego volví la mirada al frente.
Quería ser amigo de Merlina. Ella necesitaba a alguien como yo a su lado y yo me había propuesto que durara. No podía dejarme llevar por impulsos o algo tan superficial como el deseo. Ella se merecía que lo intentara. No podía fallere, no quería arruinar esto para ella; no quería arruinar nada en su vida que ya parecía lo suficientemente arruinada sin tenerme a mí en el medio.

No hay comentarios: