12.9.16

C10

Me costó calmar a Ema. Había estado tan bien durante la semana que lamenté mucho que se pusiera así solo porque su hermano aparecía para verla.
-          Relájate Ema, si seguís llorando te va a doler la cabeza, creeme, no vas a querer eso – le sonreí y ella me devolvió la sonrisa entre lágrimas.
Podía sentir la mirada de Samuel a mis espaldas. Estaba segura de que el chico quería que los dejara solos, pero no me animaba a dejarla así y aparte ella me tomaba del brazo como si su vida dependiera de ello.
-          No te vayas – me dijo como si pudiera leer mis pensamientos – no me dejes sola con él.
-          Es tu hermano Ema, no pasa nada – suspire – solo quiere arreglar las cosas, tenes que escucharlo.
-          Es fácil para vos decirlo – miro sobre mi hombro y le hecho una mirada de muerte – no sabes lo que hizo. Estoy segura de que si supieras ni siquiera vos lo perdonarías.
-          Sé que estuve pésimo – Samuel rompió el silencio – pero eso no justifica que la metas en esto. Te estoy pidiendo disculpas, estoy verdaderamente arrepentido y te aseguro que jamás voy a volver a hacer una cosa así. Solo tenes que perdonarme y dejarlo ir Ema, fue una sola vez. Una.
No tenía idea de que estaban hablando, pero al parecer esa sola vez que su hermano se había equivocado había sido grande porque Ema parecía decidida a no perdónalo. Me intrigaba, pero no dije nada y espere en silencio.
Ema tardo, pero finalmente suspiro y soltándome se levanto para acercarse a su hermano.
-          Estuviste mal, tenes que entender que lo que hiciste no solo está mal por lo que significa para mí, sino por lo que dice de vos. Te perdono, pero estas a prueba y sabes lo que eso significa – lo miro mal – esta vez te va a costar.
Tan rápido que me asustó, Samuel separo la distancia que los separaba y la tomo entre sus brazos con tanta fuerza que la levanto por los aires. Le lleno la cara de besos y le dijo tantas veces que lo sentía y que estaba tan feliz de que lo hubiese perdonado que para cuando finalmente volvió a dejarla en el suelo yo ya estaba mareada. Me ponía contenta que las cosas entre ambos hermanos se hubiesen solucionado, pero seguía en el medio de algo que no me incumbía y eso realmente me incomodaba. Ema ya había comenzado a hacer una lista sobre las cosas que Samuel tenía que hacer para comenzara a compensar lo que había hecho, por eso ninguno de los dos me noto cuando tome mi cartera y me escabullí por la puerta.
No me detuve hasta salir del edificio, pero una vez afuera me lamente por no haber agarrado un abrigo. Hacia frio y yo seguía con el uniforme de trabajo. Suspire y comencé a caminar al café que quedaba a unas cuadras del campus; no quería volver a mi lugar de trabajo pero si no quería caminar mucho no me quedaba otro remedio. 

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