1.11.16

C26

Estar en la misma habitación que Simón era difícil, la vergüenza me quemaba por dentro aunque sabía que no había hecho nada malo; al menos no en teoría. 
El silencio era incómodo pero lo prefería a comenzar a decir cosas sin sentido que solo me harían sentir más humillada.
Habíamos estado así por lo menos veinte minutos, Simón sentado en mi cama mientras yo doblaba toda la ropa que Ema había dejado tirada, cuando finalmente habló.
-          ¿Cuánto tiempo más vamos a hacer esto? – se había incorporado y me fruncía el ceño.
-          ¿Hacer qué?
-          Pretender que no paso nada.
-          Es que no paso nada – remarqué – y ya te dije que no tenes porque quedarte a hacerme de guardaespaldas. Me trajiste sana y salva, podes volver a la fiesta Simón. No necesito una niñera.
-          Y yo no pretendo ser una, estoy acá porque quiero. Es más, quiero que hablemos, deja de ordenar lo que no te corresponde y habla conmigo.
-          ¿Y de que queres hablar? ¿del desastre que acabo de armar? – solté el vestido que tenía entre manos y lo miré enojada – porque honestamente me cuesta reproducir la situación en mi mente, está bastante claro que lo que hice estuvo mal pero si estas esperando el momento para tirármelo en la cara no lo desaproveches, es este.
Cerré los ojos y suspiré. No quería ser tan dura con Simón pero, de todas, su opinión era la que más me importaba, por eso me dolía saber que su impresión sobre mi seguramente había cambiado…
-          No hagas esto – Simón se paró de golpe y me miro enojado – no lo conviertas en tu desastre. Era algo que iba a pasar, todos lo sabíamos, solo lamento no haber estado cerca para prevenir que sea en el peor momento.
-          Vos no… - me detuve de golpe. ¿Había escuchado bien? - ¿Cómo que era algo que iba a pasar y todos lo sabían?
-          Sam te está siguiendo hace meses, tarde en notarlo porque esta vez fue diferente y para cuando lo hice ya era demasiado tarde. Porque esta noche debería haber sido yo y ambos lo sabemos.
Quede como piedra. Era mucha información para procesar y los ojos claros de Simón no me dejaban pensar con claridad. Solo podía estar de acuerdo con él en una cosa, y esa cosa hacía que el corazón me latiera a toda prisa…
Simón debería de haber ocupado el lugar de Samuel esta noche, siempre debería haber sido Simón…
Al comprender algo tan simple y que me resultaba tan natural como eso tuve que romper el contacto visual y me di la vuelta.
¡Dios! ¡¿Cómo no me había dado cuenta antes?!
-          No te sientas mal Oriel, no es como si ninguno de nosotros hubiese podido evitarlo.
-          No digas eso, yo podría haberme dado cuenta antes, podría haber hecho algo, podría…
-          No, conozco a Samuel desde que somos chicos y cuando quiere algo lo consigue. Sino como pensas que me hice esto. – con una sonrisa me señalo la pequeña cicatriz que tenía en la frente.
-          ¡¿Y eso que importa?! Yo no soy como un objeto que él pueda conseguir, solo cometí el error de permanecer muy cerca, sabía que era peligroso y debería de haberlo evitado, es mi culpa, yo cause esto.
-          No, no pienses que lo podrías haber evitado porque era imposible. Creeme, yo lo sé mejor que nadie y era el que más tenía para perder.
-          Lo dudo. No soy tan especial. Creeme.
Voltee para mirarlo a los ojos y que se diera cuenta. Sí, me quería a mi misma y tenía muchas virtudes, pero tampoco era tan especial ni la chica que Simón merecía y por mucho que lo deseara tampoco sentía por Simón otra cosa más que cariño de hermanos.
-          No soporto que te pongas en ese papel. Mostrando tanto ímpetu en cada oportunidad que se te presenta pero cuando se trata de mí, cuando se trata de Sam simplemente no tenes ni idea. – Simón se acercó y se agachó lo suficiente como para que sus ojos quedaran a la altura de los míos – No podes pensar que alguien no te merece. En todo caso debería ser al revés. Nosotros no te merecemos; al menos se que yo no lo hago, pero igual quiero mantenerte cerca – sonrió – me haces bien, gracias a vos soy mejor persona y te aseguro que no soy el único que puede decir eso.
Esto era tan típico de Simón. Siempre defendiéndome, haciéndome sentir bien, diciéndome lo buena e increíble que él creía que era…
Porque admitámoslo, no era ni la mitad de especial de lo que él decía pero resultaba reconfortante que alguien pensara así de mí. Por eso lo necesitaba, por eso no podía arriesgarme a perderlo, Simón se había vuelto parte esencial de mi vida; si podía ver más allá de la atracción que sentía por él era porque lo necesitaba. Jamás se lo admitiría a nadie, necesitar era una palabra que odiaba, pero tenía que ser consciente de mis debilidades y aparentemente él era una.
No sé que habrá visto Simón, si se habrá notado lo que estaba pensando, porque en un instante lo tenía sobre mí, rodeándome con sus brazos. Al principio me sorprendí, no estaba acostumbrada a los abrazos, pero hice un esfuerzo y me relaje. Podía escuchar los latidos de su corazón que iban tan deprisa como los míos.
-          Hubiésemos sido increíbles juntos. – las palabras de Simón hicieron eco en su pecho.
-          Somos increíbles ahora.
Escuché su risa y me relaje. Todavía tenía un desastre que arreglar, pero saber que contaba con algo sólido como mi amistad con Simón hacía todo más sencillo.
Mi actuar de esta noche podría haberme dejado sola. No estaba segura de cuál sería la reacción de Ema al enterarse sobre mi beso con su hermano, tenía a una chica nada contenta conmigo que seguramente me estaba buscando y de Samuel se podía esperar cualquier cosa, por eso no tenía más que sentirme agradecida de que Simón no me dejara.
Me estaba separando de Simón cuando la puerta se abrió con un golpe. Del susto pegue un salto y Simón, que casi me tenía en brazos, me levanto, literalmente, hasta ubicarme a su espalda. Estaba asustada, realmente asustada, pero igual me sorprendí muchísimo cuando la figura de Samuel se materializo frente a nosotros. 

No hay comentarios: