28.11.16

Historia2 C1

El chico era estúpido, mucho más estúpido de lo que me había parecido la primera vez que tuvo el coraje de meterse en mi habitación buscando a mi compañera de cuarto.
-          Te dije que no se en donde esta – suspire – y aunque supiera no te lo diría. A millas de distancia es evidente que tenes problemas de temperamento.
Sabía que no había sido el comentario más acertado, pero no me arrepentía. De lo que si me arrepentiría era de la marca que me estaba por dejar porque de un momento a otro su puño dio de lleno en mi frente. Literalmente vi colores y hubiese caído al piso (el muy imbécil había elegido ese momento para soltarme) si no fuese porque unos brazos me sujetaron.
-          ¡Dios! ¡¿estás bien?! Oriel, hay que llevarla a enfermería, hay que…
-          No pasa nada, estoy bien.
Interrumpí a la chica que me había estado sujetando y, con una mano en mi frente, me incorporé. El chico no me había pegado tan fuerte, pero me quedaría una marca y eso le costaría caro. Estaba a punto de devolverle el golpe (lo sé, la idea no para nada inteligente ni madura considerando que era el doble de mi tamaño) cuando vi que alguien ya estaba ocupando mi lugar.
Un chico alto, rubio y vestido como si fuese a caminar por una pasarela lo tenía agarrado por la camisa y le gritaba como no había escuchado gritar a alguien en años…
-          ¡No vuelvas a tocarla! ¡y ni se te ocurra aparecer en entrenamiento hoy porque estas expulsado, por mi vida que no vas a jugar un solo partido más en esta Universidad!
Y, después de decir aquello, lo arrojó al piso. Hubiese aplaudido, la escena había sido digna de aplauso, pero justo en ese momento el chico rubio y alto me miro y chau pensamientos, me congelé. Tenía los ojos más celestes que había visto jamás y su expresión de preocupación me puso tan incómoda que tuve que mirar para otro lado.




No hay comentarios: