7.12.16

Historia2 C2

Dolía, pero no por eso faltaría a mi clase de pintura. Solo me detuve para hacer una pasada rápida por el dormitorio, tomar un analgésico y una botella de agua.
El aula de pintura quedaba en el subsuelo, casi todas las materias de arte se daban ahí, por eso tuve que apurarme para llegar a tiempo.
Como siempre, en la puerta del aula me estaba esperando Guillermo.
-          ¡Ey! –todavía no había llegado y ya lo tenía corriendo hacía mi - ¡¿Qué te paso en la cara?!
-          Dios – cerré los ojos molesta - ¿se nota tanto?
-          Por supuesto que se nota – mi mejor amigo tomo un mechón de mi pelo entre sus dedos y suspiro – esto no es suficiente para cubrirlo.
-          Bueno, lo que sea, no importa, con las horas se irá deshinchando.
Me separé de él y camine a clase. Me ubique donde siempre y comencé a sacar mis pinceles mientras lo esperaba.
-          ¿Y?, ¿vas a contarme que paso?
-          En realidad no es tan interesante. Me encontré con el novio de mi compañera de cuarto y las cosas no salieron muy bien.
Guille se acomodó los lentes y comenzó a imitar mis movimientos mientras acomodaba sus propios materiales.
-          Te hago dos correcciones, la primera, ex compañera de cuarto y la segunda ex novio.
-          Que correcciones son tan relevantes…
Ambos nos miramos al mismo tiempo y reímos.
-          Volviendo a lo que importa, por ‘no muy bien’ ¿te referís a que termino golpeándote?
-          Exactamente. Y la verdad es que para lo intimidante que luce no pega tan fuerte.
-          Claro, porque eso es un tremendo alivio – Guille dejo lo que estaba haciendo y me tomo de la muñeca con suavidad - ¿ahora sí podemos ir a hacer la denuncia?
-          ¿Estás loco? – lo mire y me solté – mi compañera ya tenía una de estas – señale la marca en mi mejilla – cuando lo denuncio y mirala ahora.
-          Ya no comparten habitación, esa es una pregunta tramposa.
-          Exactamente.
Mi mejor amigo comenzó a murmurar una lista de motivos por los cuales debería denunciar a Ignacio, pero yo ya no lo estaba escuchando y aunque la profesora no había llegado comencé a pintar sobre el lienzo que tenía enfrente, necesitaba terminar esta pintura y no dejaría que una discusión con un chico que tenía serios problemas de temperamento me desconcentrara.
La clase fue tranquila. La profesora llego tarde por lo que no le molesto que la mitad de nosotros ya hubiésemos empezado. Mi amigo se detuvo después de una hora de balbuceos y para cuando salimos ya había dejado el tema atrás; me conocía lo suficiente como para saber que si no lo hacía terminaría alejándome. 
-          ¿Vamos a comer algo?
-          Me leíste la mente – lo miré – necesito azúcar.
-          Lo sabía. Pero no vayamos al comedor, vamos al café que queda a unas cuadras.
Asentí y cargando todos nuestros materiales salimos del edificio.
Lloviznaba, por eso para cuando llegamos al café los dos teníamos el pelo mojado y la ropa húmeda.
-          Odio este clima, empaña mis lentes.
-          Lo sé – sonreí – pero te ves adorable justo ahora y a Luca le encantaría que le mandara una foto.Si tan solo me dejaras...
-          Ni lo sueñes, me veo espantoso.
-          Vos y yo tenemos ideas muy diferentes sobre lo que espantoso quiere decir.
-          Si – me miro de arriba abajo – la tenemos.
Comencé a reír y Guille me miro mal. Odiaba cuando me reía tan fuerte y por eso fingía no conocerme y yo aprovechaba esos momentos de molestia que lo distraían para hacer lo que quería.
Mientras hacía su pedido le saque una foto y se la mande a su novio.
-          Se lo que hiciste – dijo mientras dejaba sus cosas en una mesa – y te detesto por eso.
-          No me detestas, me amas más intensamente.
Guille puse los ojos en blanco y justo en ese momento su teléfono comenzó a sonar. Era la canción de Luca y las mejillas de mi mejor amigo se pusieron rojas de la vergüenza.
Me sacó la lengua antes de contestar, gesto que me pareció muy infantil y grosero teniendo en cuenta que solo estaba recibiendo el llamado gracias a la foto que le había tomado.
Guillermo y Luca se sumergieron en una conversación que duro cuarenta minutos en donde las cosas cursis y privadas que se decían me obligaron a perderme en mi propio mundo.
Termine mi tarta de chocolate, el café cargado que había pedido y me puse a dibujar, todo mientras ellos seguían conversando...
-          ¡Ey!, Merlina
Mire a Guille y note que ya no tenía el celular en la mano.
-          ¿Terminaste? – pregunté.
-          Si, ¿vos?
-          También. – cerré el cuaderno y comencé a meter los lápices en la cartuchera - ¿Vamos?
-          Si, vamos, está lloviendo más fuerte y se hace tarde.
Efectivamente,caía una cascada del cielo. Guille comenzó a contarme sobre la conversación con Luca porque sabía que en algún momento había dejado de prestar atención y me gustó saber que el próximo fin de semana estaría visitándonos.
-          Me preguntó cómo estabas y le conté sobre el incidente de hoy...
-          ¿Por qué hiciste eso? es algo privado.
-          Dijo que cuando venga va a solucionarlo – ignorando mi comentario, Guille abrió la puerta del edifico de residencias.
-          Eso no suena para nada bien y ya sabes que yo sola puedo hacerme cargo de este problema que ni siquiera es mi problema en primer lugar.
-          Si, lo sabemos, pero eso no quita que si alguien quiere ayudarnos aceptemos su ayuda. Luca está preocupado y no va a dejar de querer involucrarse. Te quiere, tenes que dejarlo que te ayude o vas a herir sus sentimientos.
-          Me quiere porque te ama a vos. – suspiré - Tenes mucha suerte.
-          Si, la tengo, y vos también de que haya encontrado a alguien tan increíble como yo que sabe lo valiosa y especial que sos.
Tenía que reconocer que mi mejor amigo era el mejor. Emocionada por sus palabras me trepé a su espalda y así seguimos todo el trayecto de vuelta a mi dormitorio, el llevándome a caballito mientras reía de los comentarios ocurrentes que le susurraba al oído sobre la gente que pasaba cerca de nosotros y nos miraba.
Para cuando llegamos quiso entrar conmigo. Estábamos empapados así que agarre unas toallas y mientras él se secaba yo me senté frente al espejo de cuerpo entero para mirarme la cara.
-          No esta tan mal… – había agarrado un poco de hielo de la mini heladera que Sara me había regalado antes de venir a la Universidad.
-          Si lo está; esta más hinchado y morado – sonrió – aunque sé que no queres oír eso.
-          Gracias.
Ahora fui yo quien le saco la lengua y mientras mi amigo se cambiaba la remera (mi habitación estaba llena de su ropa y demás pertenencias) me saqué los guantes y comencé a limpiarme las heridas.
-          ¿Puedo quedarme esta noche?
-          No creo que eso sea buena idea – lo miré – en algún momento vas a tener que volver a tu casa, a tu rutina.
-          ¿Y qué pasa si no quiero volver a mi rutina y quiero seguir pegado a la tuya?
-          Esto. – le mostré mis manos y Guillermo suspiro – No estás ayudando, solo me pone más nerviosa que estés dejando de lado tus cosas para acompañarme a todos lados.
-          Evidentemente no estoy haciendo muy bien mi trabajo si hoy paso eso. – señalo el golpe.
-          No tenes ningún trabajo. – apreté la mandíbula con fuerza y lo miré seriamente. Esto tenía que terminar – Ignacio no es una gran amenaza, dudo que vuelva a acercarsedespués de la escena de hoy y en algún punto vas a tener que aceptar que ya no tengo nueve y no necesito un guardaespaldas.
-          Sé que no tenes nueve, pero igual me tranquiliza dormir en tu cuarto. Por favor, solo esta noche. – sonrió y Dios, era tan difícil decirle que no cuando hacía eso – Es la última vez, lo juro.



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