23.2.17

C38

-          ¡Dale Oriel! Salgamos, por favor, esta vez es importante… este chico realmente me gusta.
Mire a Ema y contuve las ganas de decirle que eso no era cierto, ningún chico era importante para ella, al menos no durante mucho tiempo, pero guarde silencio.
-          Si es tan importante vamos a ir – sonreí con ironía – pero no porque creas que algo malo pasa conmigo, sino porque no paras de molestar con el tema y francamente ya me tenes cansada.
-          ¡Sabía que ibas a aceptar! – ignorando mi cara de fastidio saltó a mi cama y me abrazó - ¡Sos un sol!
-          Yo no estaría tan segura sobre eso…
-          No digas tonterías, sos perfecta.
Puse los ojos en blanco y deje que Ema se levantara para ponerse a revolver nuestro armario en busca de la ropa que usaríamos esta noche (porque hacía tiempo había quedado establecido que para cualquier tipo de salida solo ella podría elegir la ropa… de ambas).
Busque música en mi iPhad y dejé que sonara para no tener que entablar una nueva conversación.
Era un poco patético porque lo único que hacía mi mente era reproducir una y otra vez el recuerdo de ver a Helena y a Sam juntos, semanas atrás, cuando los vi por primera vez en el café y más en la fiesta en donde todo había terminado en desastre…
Si tenía que ser sincera conmigo misma no creía que Sam estuviese mintiendo, la chica rubia de ojos locos había demostrado manejarse por impulsos y ser rencorosa, pero  al ser justa tenía que considerar que en realidad ella nos había visto besándonos cuando aún creía que ellos estaban juntos. Si es que estar con Sam contaba como algo “serio”…
Había creído que lo nuestro sí, él había hecho cosas para hacerme sentir que lo que compartíamos era diferente y justamente por eso el encuentro con Helena hizo temblar mi confianza. Quería creer en Sam, quería sentirme segura y suficiente, pero me costaba mucho y más si me miraba en un espejo y solo al cerrar los ojos lo recordaba tan perfecto. Sin hablar de la vida que tenía porque era cierto que las cosas para Ema y Samuel habían sido difíciles en muchos aspectos, pero el hecho de ser quienes eran y ya tener la vida resuelta también era lo que les había dado la confianza para llevarse el mundo por delante; porque aún Ema, con todas sus inseguridades y las relaciones inestables que había tenido que tolerar toda su vida, era un torbellino que no dejaba que nada la detuviese y eso solo se debía a la estabilidad y el ejemplo que habían conocido desde la cuna.
Respire profundo y gire para cubrirme la cara con la almohada. Quería gritar y sacar así todo el peso de la inseguridad que estar con Samuel me generaba. Quería romper algo, quería…
-          ¿Oriel?... ¡Oriel!
Una mano me sacudió obligándome a voltear. Ema me miraba desde los pies de la cama. Tenía una sonrisa inmensa en el rostro y dos perchas colgaban de sus manos. Me bastó una rápida mirada para notar que una de las prendas era un vestido rojo considerablemente corto.
Solo esperaba que ese no fuera mío…
-          Ya encontré la ropa, ¿queres que empiece a maquillarte?
Hice una mueca y me incorporé.
-          ¿El maquillaje es necesario?
-          Por supuesto que es necesario.
-          Ema, eso no es cierto, quisiera no usar nada. Al menos esta vez. Te prometo que para la próxima salida dejo que hagas lo que quieras.
-          Bueno, hagamos esto, te maquillo pero muy poquito, ¿Qué te parece?
-          ¿Y puedo mirar y decirte si estas yendo muy lejos?
-          Si, podes mirar y decirme que pare si no te gusta.
-          Está bien.
Suspire y Ema saltó emocionada.
Me senté en la cómoda silla que ella tenía junto a su escritorio y la espere mientras iba a buscar su inmenso estuche de maquillajes al baño. Tuve que contener otro comentario cuando, antes de irse, la vi dejar el vestido rojo sobre mi cama.



No hay comentarios: