7.10.16

C19

Era evidente que la chica tenía un problema, pero si durante todo este tiempo no se había abierto siquiera a decirme cual era su postre favorito estaba claro que no iba a contarme que le pasaba. En cualquier otro momento o por cualquier otra persona me hubiese alejado, estaba un poco cansado de buscar la forma correcta de acercarme a Oriel, pero el problema era que no quería alejarme y tampoco sabría cómo hacerlo. Ella ocupaba la mayor parte de mis pensamientos y cada vez que estábamos juntos tenía la necesidad de saber todo lo que sentía, pensaba y quería. ¿Extraño?, claro que sí, pero por otro lado el sentimiento y el deseo que provocaba en mi era tan agradable y se sentía tan bien que no me importaba.
La miré comer su tarta de arándanos con crema y sonreí.
-          Bueno, ahora puedo estar seguro de que te gustan los arándanos. Lo voy a tener en cuenta la próxima vez que tenga que elegir el postre.
-          Teniendo en cuenta lo mucho que te esforzaste te voy a dar otro secreto – Oriel se inclino sobre la mesa y acerco su cara a la mía. Sería un tonto si no aprovechara la oportunidad y me acercara también. – Todo lo que tenga crema también cuenta. - dijo muy bajito, como si estuviésemos compartiendo un secreto.
Sonriendo volvió a alejarse.
Estaba totalmente arruinado. En dos segundos había podido sentir su perfume, el aliento cálido de su boca y unas ganas dolorosas de besarla…
Quería besarla, quería hacer mucho más que eso y sería estúpido de mi parte decir que las ganas venían de ahora. Hacía semanas que quería muchas cosas de Oriel y tener tan poco de ella me frustraba tanto que por eso canalizaba toda mi energía entrenando y llenándola de libros, ropa y comida como lo hacía con mi hermana. No me reconocía porque nunca había actuado de esta forma. Nunca había hecho tanto por complacer a una chica sin obtener nada a cambio, sin que formáramos parte de una relación que nada tenían que ver con la que compartía con esta chica.  
-          Oriel, ¿te puedo hacer una pregunta?
-          Depende.
-          ¿De qué?
-          De que tan personal sea.
-          No sabría medirla en una escala, pero igualmente voy a hacerla.
-          Está bien, pero eso no quiere decir que vaya a contestarla.
-          Me parece justo – suspire – ¿necesitas algo?, hay algo, lo que sea, que pueda hacer por vos y que te ayude en este momento. A esta altura asumo que ya sabes que mi padre es una persona muy influyente, nuestra familia lo es y por eso te pregunto, porque no hay nada, nada que necesites y no pueda darte.
La postura antes relajada de Oriel se tenso. Sus ojos me observaron con seriedad y sus manos que descansaban sobre la mesa se convirtieron en dos puños. Era evidente que la había molestado.
-          Se quien es tu papá y no puedo decir que eso signifique algo para mí. No voy a tomar lo que dijiste a mal porque no quiero arruinar la noche y entiendo que tenes buenas intenciones pero voy a ser muy clara con esto. Hay muchas cosas que no podes darme, infinitas porque, para tu sorpresa Samuel, el dinero y el poder no lo resuelven todo.
-          Sé que no, pero no podes negar que en este mundo resuelven muchas cosas.
Note enseguida que mis palabras le molestaron, pero no dijo nada y se limito a mirar su plato.
Oriel ya no toco su comida y aunque intenté que volviéramos a hablar aunque sea de temas banales como lo habíamos hecho toda la noche cada intento fue un fracaso, algo entre nosotros se había roto y me lamenté por haber sido tan idiota.
Salimos poco después y como hacía frío me saque el sweater y se lo puse sobre los hombros. Me gustaba saber que cuando me lo devolviera tendría su perfume…
-          Gracias. – me dijo sonriendo. Por suerte ya no parecía tan enojada.
-          De nada.
En el camino de regreso ninguno de los dos dijo una palabra y era la primera vez que el silencio con una chica no me resultaba incómodo. Oriel necesitaba espacio y yo disfrutaba de estar libre del estrés de tener que preocuparme por hablar para llenar huecos.
Para cuando llegamos a los dormitorios sus ojos lucían cansados y tenía las mejillas rojas por el frío. Se veía adorable y adorable era un adjetivo que nunca había cruzado por mi cabeza al ver a una chica que no fuera Ema…
-          ¿Lista para descansar un poco?
-          Más que lista – volvió a sonreír – gracias por la cena. Tenes una personalidad extraña y a veces decís cosas que realmente me molestan pero estoy aprendiendo a que no me resultes tan intimidante y saber que solo tenes buenas intenciones hace todo más fácil. Sos un chico realmente increíble Samuel, tu hermana tenía razón.
 Me quede parado como un estúpido mientras la chica que estaba frente a mí se quitaba el sweater que le había dado, lo apoyaba sobre mis hombros y se despedía dándome un beso en la mejilla.
Mucho tiempo después de que Oriel desapareciera todavía seguía en el mismo lugar, respirando su perfume, sintiendo su beso sobre mi piel e imaginando la mejor forma para acercarme y hacer que finalmente las cosas entre nosotros no fueran tan impersonales, porque si de algo estaba seguro era de querer que lo mío con Oriel fuera personal, muy personal. 

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